DE
DONDE SOMOS
Por
Carmen Martínez
Por
allí he escuchado últimamente que somos ciudadanos del mundo y estoy muy de
acuerdo con ello, mis padres siempre decían que uno sabía dónde nacía pero no
donde se despedía de esta vida, porque durante el recorrido que uno hace va de
un lado a otro, ya sea por estudios, por trabajo, por cambios inesperados de
salud que lo hacen ir hacia lugares donde no se afecten, donde su corazón quede
flechado y eche raíces… algunos tienen la oportunidad de hacer todo eso en su
mismo terruño… otros por el contrario no.
He
recorrido una buena parte del territorio de mi querida Venezuela por trabajo y
la mayor parte de mi vida la he pasado en mi querido terruño la ciudad de
Cabimas en la Costa Oriental del Lago, en mi estado Zulia… pero también he
aprendido a querer la tierra de mis padres y las de sus antepasados… el estado
Falcón… y como me gusta conocer lugares, su gente y su cultura he podido
también viajar fuera de mis fronteras… en todas esos lugares una parte de mí se
enamoró, hice vida o no entre lugareños, me interconecté con la naturaleza y
personas…les digo que se crea un vínculo invisible, sería capaz de vivir en
cualquiera de esos maravillosos países, ciudades y pueblos como si fuera en mi
país, en mi tierra.
Es
indudable que nuestra ciudadanía o gentilicio no la perdemos aunque por motivos
legales se deban aceptar otros, porque eso es propio de uno, está en nuestras
raíces, en nuestra esencia, en nuestro corazón, si es que estamos orgullosos de
ser quienes somos, de dónde venimos, donde nacimos… pero donde quiera que
vivamos o pasemos una buena parte de nuestras vidas esa también es una tierra a
la que querremos y valoraremos.
He
querido escribir este breve relato porque en días recientes me dijeron que era
una “foránea”, si vamos a su significado es ser una persona extraña o
forastera, lo más triste es que me lo dijeron en una lugar dentro de mi propio
país, fuera de mi ciudad de origen, pero en la querida tierra de mis padres, de
mis ancestros, donde mi padre vivió los
últimos 8 años de su vida, donde tenemos una casa desde hace aproximadamente 2
décadas, en la cual frecuentemente compartimos con familiares, lugareños, vecinos y amigos… en mi querida
Santa Rosa… esa querida tierra que con
mucho cariño incluyo en mis relatos y es musa en mis pinturas, porque desde muy
niña la he visitado y he aprendido a quererla, a través de los tíos Carmen
Sánchez de Piña y Nerio Piña, pioneros de estas tierras.
Me
hizo acordar de esa viejas películas del viejo oeste americano, donde los
forajidos o personas que no eran locales eran llamados “forasteros”… también
cuando estuve trabajando en el Municipio Mara, donde los guajiros llamaban a
los que nos son de su etnia “arijunas”… y actualmente podemos ver como en
Estados Unidos se debaten exigentes leyes de inmigración para muchas personas
que no solo han trabajado para mantener la economía de ese país, sino donde sus
hijos han estudiado y hasta desempeñan sus profesiones y oficios adquiridos
durante muchos años de permanencia, algunos han dado la vida por representar
sus guerras y luchas, sus votos ayudan a tener a congresistas y presidentes en
sus puestos… pero a la hora de la verdad no son nadie… son inmigrantes a los
cuales si la “migra” los descubre salen deportados sin posibilidad de retorno,
muchos de ellos dejando sus hijos allá… y todo por querer también lograr el
sueño americano prometido para todos.
Siempre
aunque no lo queramos habrán personas o sociedades que nos tildaran de
forasteros, arijunas, inmigrantes… en parte considero que es una simple cuestión
de conveniencia, dependiendo de si les somos beneficiosos o no, eso cualquiera
lo puede comprobar, pero no sé si ustedes han tenido ese trato por un mismo
conciudadano, donde separen a locales y a lugareños como si todos no fuéramos
iguales, estoy segura que si esto lo presencié yo en otras partes también de mi
querida Venezuela se estará haciendo este tipo de trato… me resulta lamentable
pero no increíble.
Y
me pregunto, ¿Somos ciudadanos del mundo aunque en nuestro propio territorio
podamos ser llamados por algunos lugareños como “forasteros”? o ¿Cuándo los congresistas
que son personas como uno, puedan promulgar y hacer valer sus leyes contra
personas inmigrantes que tienen una buena parte de su vida sirviendo al país
que no es el suyo como si lo fuera?, cabe destacar que cada uno de estos
inmigrantes en forma clandestina o no sus conocimientos y oficios los ponen al
servicio de los sectores que aceptan a estas personas para lucrarse y
desarrollarse, muchas veces aceptando condiciones inaceptables, pagan sus
viviendas y muchos hasta los impuestos… pero a la vista del país no son más que
personas que ocupan beneficios que son para sus propios habitantes.
Donde
nuestro corazón se ha flechado por su naturaleza, gente y culturas, donde los
mejores momentos de nuestras vidas sean vividos, donde nuestro intelecto y
empuje ha ayudado a desarrollar proyectos, empresas, economías, donde decidamos
vivir los últimos años de descanso laboral y algunos esperar esa voluntad
divina… de allí también somos… una parte de nosotros se ha quedado prendada en
esos lugares, entre esas personas con las que se ha convivido…. Si somos
ciudadanos del mundo, pero orgullosos de lo nuestro, de lo propio, donde quiera
que estemos…solo que hay personas que todavía esto no lo comprenden y es
sencillamente porque no han estado en esos calzados… la de “forasteros”, “arijunas”,
“inmigrantes” dentro y fuera de sus propios países.
