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Cabimas, Zulia, Venezuela
Biografía

Biografía

Carmen Martínez

Nacida en la ciudad de Cabimas del estado Zulia el 02 de Mayo de 1960, profesional egresada de la ilustre Universidad del Zulia (1.985), LUZ, como Ingeniero Civil, además realizó una maestría en Gerencia Financiera en la Universidad Experimental Rafael María Baralt (2.001). (UNERMB)

Entre sus facetas más resaltantes se encuentran sus vivencias como Ingeniero de campo en una buena parte del territorio nacional y como docente impartiendo sus conocimientos en la Cátedra de Calculo I y II de LUZ, Facultad de Ingeniería núcleo Cabimas – Zulia; así como en las Cátedras de Gerencia Financiera Estratégica y Evaluación Económica y Financiera en sede de Postgrado en la UNERMB en Cabimas

Otro de los aspectos más resaltantes es cuando fue invitada y certificada por la Universidad Nacional Abierta. (UNA), Unidad de Apoyo Capatárida y la Fundación Universidad de Buchivacoa. (Estado -Falcón), en el marco del XV Aniversario de la UNA (2.006), como Ponente y Escritora.

Como escritora, ha realizado un sin número de escritos, algunos publicados en su blog MUJERES SIN ROSTRO, otros no publicados ni editados desde 1.999, entre ellos, en forma de: Cuento El Cardoncito y el pequeño Balancín, relatos, anécdotas y libro (EP).Hermosas Vivencias de una Educación Pública en Decadencia”

En la adolescencia, el ya fallecido pintor y profesor Víctor Vega, le sugiere estudiar pintura. Treinta años después con su inquietud por la pintura en forma autodidacta da inicio a la creación de sus obras “Mujeres sin Rostro”, inspiradas por dos mujeres de color ébano, vecinas de su casa familiar, cuyas siluetas y elegancia; tuvieron hasta sus últimos días; y en la postura ingenua de los brazos que sus sobrinas adoptaban al fotografiarse cuando niñas.

Con 7 Series de sus “Mujeres sin Rostro”, realizadas en diferentes formatos y materiales; muy particularmente aquellas realizadas sobre material reciclado para contribuir así con el medio ambiente que tanto necesita de todos, se siente satisfecha de que sus obras estén en diferentes estados de Venezuela y hayan traspasado las fronteras hacia Colombia, Chile, Brasil,Perú y Estados Unidos.

Publica en su blog MUJERES SIN ROSTRO, todo lo concerniente a sus 7 Series y Escritos hasta ahora realizados y los comparte con Facebook. Pueden accesar el blog a través de Google y de carmencitalanegritalinda.blogspot.com.

En 2010, fue invitada por el presentador y conductor Richard Ger, en su programa VISIÓN PUBLICITARIA, en el canal regional 4, CIUDAD TV, en Ciudad Ojeda, Costa Oriental del Lago/Zulia, para su programa de una hora que se desarrolla en la cocina, entre la preparación de un plato, la entrevista giró entorno a la faceta de pintora, mostrando algunos de sus trabajos.

Junto a otros 22 pintores y Artesanos de la Costa Oriental en Noviembre 2011, expone en la Colectiva aperturada por la Sala de Arte del Instituto Universitario de Tecnología de Cabimas IUTC, su obra “Virgen del Rosario”, un portalápiz y 5 monedas con la vida, pasión y resurrección de Jesucristo, todo realizado en material reciclado.

En 2012, gracias a sus relatos "Cocos, muertos, fantasmas y ceretones", fue invitada a grabar una entrevista para un documental sobre Mitos y Leyendas del Estado Falcón, realizada por Miguel de Donato y Emiro Nuñez..... incluida en una serie de 12 documentales que tienen que realizar en varias ciudades y pueblos de Venezuela, auspiciados por Conatel

En el mes del Artista Plástico 2012, Johana Esteira, extiende una invitación para su programa radial, Cultura en Revolución, por Baralt 92.1 FM.

En 2014, las Fundaciones Museo de la Palabra y César Egido Serrano que llevan la loable misión de propiciar la paz, la convivencia entre culturas, religiones e ideologías diferentes, teniendo a La Palabra como vínculo de la humanidad, tuvieron a bien nombrarla una de sus Embajadores de la Palabra. Muy agradecida de ese nombramiento refleja en la serie de relatos titulados UN CAMINO A LA PAZ, esa labor que todos deben apoyar desde su metro cuadrado de acción y su gran radio de alcance, para lograr un mundo mejor, el que todos merecen.







lunes, 2 de septiembre de 2013

LYRYA

LYRYA
Por Carmen Martínez

Me inclino a relatar cosas que vivo, veo a mi alrededor, lo que hace ruido en mi vida, lo que me motiva el querer narrarlo, nunca imaginé que cuatro décadas después desempolvaría viejos recuerdos, lo increíble de todo, es que a pesar de creerlos olvidados, vienen con tanta fuerza como si los estuviera viviendo otra vez y de entre ellos se asoman a mi mente algunos personajes de mi niñez, todos ellos con una característica común, estaban perdidos en su propias vidas, algunos podían ver la realidad pero no entenderla, unos se escondieron en sus adentros para no hacerlo, otros pasaban de los libros a la realidad hasta que no pudieron saber dónde estaban parados, pero más allá de eso, compartieron algo que no me gustaría pasar y mucho menos le deseo a alguien más, fueron personas excluidas de su familia y de la sociedad por haber nacido así o porque de una forma u otra a lo largo de su vida empezaron a padecer un trastorno o una enfermedad mental.
Hubo muchos casos de estos, en su mayoría eran personas adultas que deambulaban por las calles, me contaron que en años recientes un periódico local hizo un reportaje de algunos de estos personajes que fueron muy conocidos en la ciudad, por lo pintoresco o peculiar que fue su existencia, pero los que yo más recuerdo solo eran conocidos en el sector donde vivíamos.
El siguiente relato consta de 4 historias diferentes, de personas que vivieron o deambularon en la misma ciudad y sector donde me crié, lo realizo como un tributo a la fortaleza de una persona que vivió inmersa en su mundo,  excluida de su realidad: LYRYA, la protagonista de la primera historia y para todas las personas que como ella no distinguen la diferencia entre la realidad y su mundo interior. Puede que sean historias pasadas, pero no se puede descartar que en las actuales condiciones socioculturales, económicas y familiares se sigan viendo casos como estos y hasta me atrevería aseverar que en alguna parte del mundo estén sucediendo historias similares o quizás peores, como muestra, una de estas historias prevalece aún.

LYRYA
Me encuentro en mi memoria buscando en mis más recónditos recuerdos, para llegar al momento justo cuando conocí a una persona muy especial quizás por la vida que le tocó vivir, su nombre era LYRYA, no sé qué condición congénita tuvo para ser así, pero sé la condición en la que vivió los últimos años de su existencia quizás hasta el día que murió. ¿Que tipo de enfermedad o trastorno mental tenía? o si era una simple discapacidad, indudablemente tampoco lo sé, yo contaba a lo sumo 9  o 10 años cuando la conocí y no sabría decir que edad podía tener ella, pero creo que era menor de 30 años. No sé si en aquellos tiempos cuando ella nació, un poco menos de 70 años atrás, allá en mi tierra, la diagnosticaron con tanta certeza como lo hacen hoy día entre esa vasta clasificación de enfermedades o trastornos mentales, y si su trastorno mental era leve o no tan severo, no quiero ni pensar que su caso se agravara por la falta de amor, cariño, ternura, muchos cuidados y atenciones en primer lugar y en segundo lugar quizás por haber nacido en esos tiempos donde las familias escondían casos como el de LYRYA, una mujer que vivió amarrada al tronco de un árbol de níspero en el patio trasero de su casa, la mayor parte de su vida.
No sé por cuanto tiempo vivió en esas condiciones esa pobre niña, joven o mujer, solo puedo recordar quizás parte de sus últimos años, sé que un día su madre murió y ella ya no estaba, me contaron luego que dos hermanos se la habían llevado a sus casas, quien sabe como fueron sus últimos momentos en otros escenarios diferentes a los que tenía en su casa materna, sé  que un día,  me dijeron que se había muerto, la enterraron sin pena ni gloria, quizás ni la “veloriaron”, como recuerdo hacían con todas las personas conocidas que morían en mí entorno. Recuerdo que lloré mucho y en mis adentros agradecí a Dios porque ella había descansado, porque más nunca sufriría los aberrantes y cotidianos momentos de su abandonada vida. Hoy veo perros y mascotas que tienen mejor vida que esta pobre mujer que solo tuvo la culpa de nacer así o de no tener el apoyo necesario para no llegar a ese estado, a estos los alimentan, llevan a la peluquería, les compran cestas para dormir, mantas, trajes, accesorios y cuanta cosa inventen para ellos; no puedo juzgar, eran otros tiempos, otras condiciones.
Me vienen recuerdos de cuando estábamos jugando mis hermanos y yo, nuestros juegos de niños en el patio de nuestra vieja casa y es allí, entremezclados con nuestras risas cuando escuchaba gritos, alaridos, gemidos y llantos, niña al fin no le prestaba mucha atención, como además siempre he sido baja de estatura me era difícil asomarme por entre las enredaderas a la cerca de al lado, así pasó el tiempo ¿Cuánto? no puedo precisarlo hoy, la vieja enredadera la cortaron y ya podía ver a través de la cerca, hasta que un día le pregunté a mi madre quien lloraba así, madre al fin no quería que indagara sobre ello, me dijo ¡el loco¡….con su voz y manos haciendo como en los cuentos, pienso que sin ninguna malicia alusiva a esta pobre mujer, más bien, era como hacía cuando no queríamos acostarnos temprano, retozando en el cuarto, sin embargo, la curiosidad mató al gato y mi espíritu observador, ahora veo lo tengo desde ese entonces, me llevó a tratar de ver quien estaba siempre llorando del otro lado de la cerca, entre el rechinar característico de sus dientes, luego observé que también se “babiaba”, que hacia ruidos raros con sus gemidos y quejidos, ida en su mundo, casi no entendía lo que uno le decía.
Tenía muchos arranques, a veces no podía ni acercarme a la cerca porque estaba agresiva y si tenía algo en las manos o algo que encontrara en el piso, como el “pocillo” donde le daban café y el agua o la “olletica” donde le daban la comida, lo tiraba contra la cerca, quien sabe lo que le ocasionaba estos arrebatos. A veces parecía que estuviera espantándose algo de la cara. En algunas oportunidades se quitaba toda la ropa y quedaba desnuda. Puedo decir que en determinados momentos los presencié, no me los contaron.
Un día de la arepa que mi madre me dio en él desayuno, tomé la mitad y la rellené con carne o pollo, y en una taza tomé un poco de café con leche y me fui hasta el “fondo” como nosotros tenemos la costumbre de llamar al patio trasero, le mostré lo que llevaba, ya me había visto en varias oportunidades cuando me asomaba para verla, esa vez no se vino dónde estaba yo, sentada en el piso, a pesar de tener una vieja silla donde podía estar más cómoda, yo le decía ¡ey ven¡ porque no sabía su nombre, ella me miraba temerosa pero no se levantaba, me cansé de insistir, así creo que fui varias veces más, hasta que un día me pilló mamá, me preguntó que estaba haciendo, fue cuando le conté y ella que siempre hacía arepas de más me dejaba tomar una entera para ella y ante mí insistencia me dijo su nombre, ya nunca más le dije ¡ey ven¡, de allí en adelante la llamaba por su nombre LYRYA.
También llegó el momento que se acercó a mí hasta donde la cadena o el mecate amarrado a su pie, se lo permitía y con dificultad tomó la arepa, comía como los animales con tal voracidad, sus manos mugrosas y el “pocillo” lleno de moscas y sucio. No digo que todos los días le pasaba alimentos, más porque estudiaba doble turno en mi primaria y la mayor parte del tiempo llegaba el bus antes de que termináramos de almorzar, por esa razón, le pasaba a veces en las tardes luego que llegáramos y cenáramos, tampoco se la comía todas las veces, yo la veía en el piso al otro día.
 Así también  se me ocurrió pasarle sopas o hervidos que mi mamá siempre hacía, le hacía señas para que acercara su “olletica”, la dificultad era mayor, tanto para ella como para mí, no quería poner un banco para poder darle las cosas mejor porque no sabía cuándo podía cambiar su actitud y asustarme o sencillamente lastimarme yo misma tratando de bajar apresurada del susto, porque ella no era mala.
Si le iba a dar sopa no podía estar caliente, por el contrario tenía que pasársela casi fría porque ella o yo nos podíamos quemar en el intento, muchas veces sumado a la baba, la comida terminaba más en su ropa que en su estómago. Una vez fue a dar a mi humanidad, era un día domingo cuando le llevé sopa de gallina, me la tiró a través de la cerca, me cayó en el pelo, la cara y en el cuerpo, hasta allí mi madre me permitió pasarle sopas o hervidos.
La bañaban con manguera o con baldes llenos de agua, tanto su madre como cualquiera de sus hermanos diariamente lo hacían, muchas veces con poco tacto, no había una hora fija para dárselos, sino lo hacían en el medio día, lo hacían en la tarde y a veces hasta en la noche, me imagino que sería porque siempre estaba en el suelo jugando con tierra, echándose todo la comida encima, ni pensar que sus necesidades se las hacía allí mismo, no eran tiempos de colocarle pañal como ahora uno le coloca a sus enfermos y los limpia, como mujer no quiero imaginar como este pobre ser pasaba esos días que toda mujer vive cuando mes a mes le viene su menstruación,  lo bueno es que en nuestra tierra nunca ha hecho frío, por el contrario es una tierra caliente, quizás en las noches soplaba alguna brisa y el níspero donde ella estaba amarrada siempre fue muy frondoso, por suerte para ella, le brindaba un techo y resguardo del sol, más no, de la lluvia, que triste era ver como se mojaba y titiritaba tanto que el chasquido normal de sus dientes se agudizaba y si era una aguacero con vendaval mucho más.
Solo en ese momento, cuando la habían bañado y cambiado de ropa, me daba cuenta de que era una mujer joven pero maltratada por tanta indolencia, de tez blanca muy delicada, cabello castaño claro, ojos claros, su dentadura maltratada quizás porque comía hasta tierra cuando la comida se le caía de las manos o la “olletica” donde le servían la comida se le volteaba, o porque “chasqueba” mucho y sus dientes chocaban entre sí. Hoy me pregunto ¿cómo habría sido? o ¿cómo luciría si habría tenido otro trato, otra calidad de vida?, por lo menos, lo elemental que todo ser humano merece, como por ejemplo dormir resguardada en un cuarto con lo necesario, por lo menos con su cama, me imagino que allí debió empezar todo, cuando el colchón se lo orinaba o se hacía pupú en él o se manchaba de sangre mes tras mes, esto son simples elucubraciones mías al momento de escribir este relato, pero de algo estoy segura, habría sido un mujer enferma pero hermosa.
No creo que a LYRYA la hayan enseñado de pequeña a valerse por sí misma, quizás por su condición, casi no hablaba, caminaba muy poco por estar siempre amarrada solo vi que caminaba hasta donde se lo permitía la cadena, pero algunas personas decían que ella caminaba y se salió varias veces para la calle por eso la habían amarrado, tampoco sé cómo funcionan hoy día las instituciones o casas albergues para personas como LYRYA, si los enseñan a asearse, si los llevan al baño y los ayudan, o los asean en las camas, solo sé decir que hoy cuando observo a personas conocidas y amigas que sé padecen alzheimer, la mayoría los atienden en sus casas, sus familiares los cuidan, están pendientes de ellos, que no se lastimen, los alimentan, les dan sus tratamientos, los mantienen limpios y arreglados, comparten en familia con ellos, no veo que los internen a menos que padezcan de otra enfermedad propia de su edad, hasta el momento solo he visto a uno de ellos morir y fue por su diabetes, porque son enfermos que duran mucho en su proceso cada vez más agudo o degenerativo, entre sus recuerdos o memorias pasadas, desconociendo a sus familiares más cercanos como esposas e hijos, hasta que mueren, …Y me pregunto…en las condiciones que vivió LYRYA excluida, relegada, casi olvidada, ¿tendría pensamientos?, ¿qué recuerdos guardaba  LYRYA, en un ambiente como ese?, ¡oh Dios¡
Para ella no había nada, por lo menos en el periodo de tiempo que yo la conocí, nunca compartió en familia, los cumpleaños y  navidades, dos momentos que son motivo de celebración y reunión familiar, creo que ni se acordaban que ella estaba allá afuera, por lo menos alguien que tratara de llevarle torta, dulces o la comida típica de esas fechas, pero sobre todo, que se acercara a hablarle, alguien que aunque estuviera en esas circunstancias, le hiciera sentir que por lo menos había personas a quien le dolía que su vida fuera así, que era su madre, un hermano o una hermana que la quería por ser su familia, que la arreglara y sentara por lo menos en el frente de su casa para que la saludaran, sé que es difícil para los familiares y si no tienen caridad y comprensión para su propia sangre mucho más.
Como les he dicho LYRYA casi no hablaba, solo lloraba, gemía, gritaba, lanzaba cosas, se desvestía y siempre que se  enfurecía le gritaban y muchas veces para calmarla, le echaban agua, otras veces caía en un letargo, alelada, pero también recuerdo tenía muchos momentos de euforia, se reía mucho, como si algo alegre le viniera a la mente, los ruidos ni eran llanto ni eran cantos, y me pregunto qué recuerdos alegres podía tener. Todo esto de las crisis que le daban lo vi muy pocas veces porque mi madre no nos dejaba salir cuando se escuchaban esos gritos…. Sería mamá que no quería que viéramos eso, porque era muy deprimente.
El caso de LYRYA me hace pensar que no hace falta nacer con cierta predisposición genética para padecer algún trastorno mental, mantener a una persona excluida, sola, viendo, hablando, escuchando, pensando quien sabe que cosas, a la intemperie o encerrada en un cuarto, sin ningún tipo de apoyo, ayuda y cariño, es en definitiva la receta para destruir cualquier mente por muy buena que esté. Si LYRYA hubiera nacido y vivido en esta época y con su misma familia dándole un trato lleno de amor y cuidados que le mejoraran su calidad de vida, quizás otra habría sido su historia y me inclinaría a pensar que estuviera viva.

LÁZARO
Desde muy niña vi a este señor pasar por mi casa caminando a cualquier hora del día, era un señor adulto no se calcular edades, pero creo que sexagenario, no era un andrajoso, ni sucio, sus ropas eran usadas pero a casi a su medida, aunque se ponía los pantalones de una forma muy peculiar,  sobre su cintura y se los amarraba con un alambre como cinturón, no sé dónde vivía, papá decía que tenía su casita o una pieza donde dormía, se la pasaba hablando solo, como si hablara o le explicara algo a alguien, pero su característica por la que siempre será recordado, era que recogía cosas de la calle y todo lo llevaba guindando en su cuerpo o en un potecito  que siempre tenía con él, estoy hablando de alambres, tornillos, o cualquier elemento metálico, que se yo todo lo que conseguía, cuando le pregunté a mamá y a papá que le había pasado para caer en ese estado, si había nacido así, mi padre me dijo lo que todo el que lo conocía decía,  que él era una persona normal y estudiada para su tiempo, que leía mucho, tanto que empezó a desvariar y a decir tantas incoherencias o mejor dicho a vivir lo que leía, por esa razón algunos familiares le habían quemado un montón de libros cuando ya no pudieron sacarlo de sus incoherencias, dicen que así fue como empezó su andar por las calles día tras día cuando salía para no escuchar a sus familiares.
El no pedía comida ni se acercaba a hablar con nadie, solo caminaba de un lado a otro hablando solo, hay quienes cuentan que se le escuchaba decir que tenía “la antena que lo conectaba con Estados Unidos”, empezaba en la mañana pero no sé a qué hora regresaba y si lo hacía,  ni mucho menos hasta donde llegaba caminando, había personas que lo conocían y le daban comidas. No supe más de él,  me gradué y salí a trabajar fuera de mi estado, tiempo después pregunté en casa por él y me dijo mamá que no lo habían visto pasar más, dedujimos que había muerto hacía tiempo… quien sabe si pasó mientras deambulaba por las calles o mientras dormía en su casa, porque en nuestra ciudad no habían ni aún hoy hay instalaciones para personas como LÁZARO. Si sus familiares después de todo le dieron un entierro digno a su excluida vida aunque solo lo acompañaran pocos o lo colocaron en una fosa común en el Cementerio Municipal, o quizás lo donaran para estudiantes de medicina. Es posible decir que otra habría sido su historia con el apoyo de la familia, que alguien habría podido rescatarlo de ese otro mundo producto de sus lecturas con terapias… realmente no sé  ¿Que se habría podido hacer por LÁZARO?
PETRA
Una mujer que todo el mundo ha dicho que era hermosa y muy elegante de joven, siempre esbelta, estaba casada o vivió con un extranjero y tuvieron 3 hijos  “catiritos” o rubios así decía ella cuando preguntaba por sus hijos. Cuando la vi por primera vez creo que superaba los 30 años pero no llegaba a 40años, siempre la veía usar más vestidos que pantalones, le quedaban muy bien, muy poco se le veía sucia.
 Me contaron mis padres y todos los que la conocen deambulando por las calles, porque aún hoy sigue caminando y caminando, que su historia como enferma con problemas mentales comenzó cuando su esposo la abandonó y después le quitaron a sus 3 hijos. No sé si es cierto pero dicen que ella salía de su casa y dejaba a su hijos pequeños solos y encerrados, se la pasaban llorando, a veces, ni les dejaba comida, algunos decían que fue el padre de los niños que pidió la patria potestad de sus 3 hijos, y otros, que fue personal del Instituto del Menor o la Policía que llegaron a su casa y se los llevaron. Esto para PETRA fue muy traumático, se bloqueó. Luego que se los quitaron, salió a buscarlos por todos lados, a cuanta persona veía en el camino le preguntaba si había visto a sus hijos y se los describía uno a uno, en cada casa tocaba la puerta y hacia lo mismo una y otra vez, hasta que se cansaba y regresaba a su casa, hasta que un día se quedó a dormir en la calle, pero seguía preguntando por sus hijos, hasta que sus hijos se le olvidaron o en su mente supo que no los encontraría y volvería a ver, no sé si también se le olvidó donde estaba su casa y tenía hambre, ahora pedía ropa y comida pero que estuviera preparada, si no le gustaba se la arrojaba encima a las personas, que optaron por no salir cuando ella los llamaba y entonces se enfurecía y gritaba improperios, hasta piedras a los techos de las casas lanzaba. Aunque ahora dicen que ella está más calmada que ya no lanza improperios, no volvió a preguntar por sus hijos, se le quedaron muy adentro en sus recuerdos borrados, pide ropa y comida como siempre, café y refresco y sino dinero para comprárselo… pero de igual forma sino le gusta la comida que le dan no se la come.
Que dolor, no sé decir si tuvo el suficiente apoyo de su familia y el trauma fue demasiado fuerte para ella, su vida se le derrumbó con el abandono de su esposo, y lo que ninguna madre puede superar, la pérdida de sus hijos arrancados de su lado porque ella no estaba en condiciones para atenderlos como merecían, perdió su ganas de vivir, su mente y su razón, que según algunas personas que la conocieron ya la tenía bastante afectada.
Hace poco menos de un año la volví a ver, sigue igual de delgada, a pesar de todo todavía camina con cierta altivez, pero ya se nota avejentada, curtida su cara por el sol, ya se detiene y pregunta cualquier cosa, pide ropa, dinero o comida, ya no pregunta por sus hijos, así seguirá caminando por las calles hasta que ya no pueda hacerlo más. Todos en el lugar la conocen y llaman como la “loca PETRA”, pero no saben que tuvo una vida normal como cualquiera de nosotros y nunca pensó ni ella, ni su familia, ni sus amigos si los tenía, que triste destino iba a tener.
¿Habría PETRA tenido otra oportunidad con el apoyo de su familia, de los especialistas de hoy, de la iglesia, de los vecinos de su comunidad queriendo ayudarla? Creo que de haber tenido un quiebre positivo en su vida otra historia de rescate se estaría viendo, porque PETRA está viva, quien sabe si la vida le habría permitido conocer un buen hombre y haber formado otra familia, o que la vida le hubiese sonreído con una nueva oportunidad aunque sea estando sola.

MARÍA CARAOTA
Una gran amiga, me comentó de otra mujer que recorría las calles en otro sector algo retirado donde yo vivía, razón por la cual nunca la conocí ni me la crucé en su camino. La llamaban MARIA CARAOTA, porque siempre estaba negra de tanta mugre, no se bañaba y siempre tenía la misma ropa, ella no me supo decir cómo llegó esta mujer a las calles, si alguien sabía su historia. Cuando mi amiga la conoció dice que MARIA CARAOTA tendría como 40 años y según decían los lugareños que ya ella tenía rato deambulando por las calles, solo me dijo que era alta y delgada y que supo que se murió hace ya algunos años.
Lo que caracterizó a esta mujer fue que los vecinos del sector al verla todo el tiempo sucia e irreconocible, empezaron algo que se convirtió en un costumbre: todos los domingos de resurrección antes de que se realizara la “quema de Judas” (algo muy típico en nuestra tierra, donde se exhiben muñecos de trapo llenos de fuegos artificiales y se queman con festividades), los hombres del lugar esperaban a que ella pasara y entre varios porque ella era muy fuerte y no se dejaba agarrar, la bañaban con una manguera que había en una estación de servicio de gasolina, le lavaban el pelo y la vestían con su “pantaleta” o “blúmer” y un vestido, cuenta mi amiga que previo al día domingo iban de casa en casa buscando o pidiendo vestidos y “pantaletas” o “blúmer” usados para MARIA CARAOTA, reunían tantos vestidos y pantaletas y luego escogían los que le quedaban.
Nunca supe de esto, pero más allá de todo, lo mejor para una persona como MARIA CARAOTA era estar perdida en su mundo, no creo que las personas no puedan ver que es triste para un ser humano ser exhibido así, cuenta mi amiga que ese vestido y esa “pantaleta” o “blúmer” se la quitaban en el próximo domingo de resurrección, Dios como alguien puede durar 1 año o más sin darse un baño o asearse por lo menos y más siendo mujer. Estoy firmemente convencida que así como este grupo de personas de la comunidad que bañaban y vestían a MARIA CARAOTA una vez al año, que pudieran contribuir con muchas MARIAS CARAOTAS, todas las veces que pudieran, enseñándolas a hacerlo, y si no pueden por lo menos bañarlas y vestirlas más discretamente. Quizás se rescaten personas de la calle excluidas por su familia y la sociedad, con esfuerzos mancomunados de la comunidad y todos los entes involucrados para personas con enfermedades o trastornos mentales.
Siempre que veo a personas como PETRA Y MARIA CARAOTA, solas por esas calles, más allá de que un carro, una moto o una bicicleta pueda atropellarlas, maltratarlas y hasta quitarles la vida, me preocupa el hecho de que puedan ser abusadas sexualmente ya sea por personas como ellas que también están deambulando por las calles o por otras personas degeneradas que se valgan de que están en ese estado y puedan quedar embarazadas y traer más niños al mundo con o sin problemas mentales.
Como cambia todo, antes uno escuchaba decir o llamar a estas personas locos o dementes y se veía como muchos se burlaban de personas como LYRYA, LÁZARO, PETRA Y MARÍA CAROTA, hoy puedes decir que padecen alzheimer, que tienen sintomatologías de esquizofrenia, paranoia, neurosis, trastornos bipolar, entre tantos y diversos padecimientos de un enfermo con problemas en su mente y en su psiquis, por eso es importante, que se den acertados diagnósticos de estos pacientes, si son congénitos, hereditarios, por traumas, por drogas o sencillamente por vejez y sobre todo asesorar a los familiares de cómo deben tratarlos y medicarlos, hay tantos medicamentos psicotrópicos hoy día gracias a los nuevos avances científicos; hoy los especialistas: psicólogos, neurólogos, psiquiatras, terapeutas, enfermeros, los ven desde el principio de sus estados depresivos, de cambios de ánimos o encerramientos. Manejando todo desde el concepto de “salud mental” prefieren decir que padecen “trastornos mentales” más que “enfermo mental”, integrándolos a su entorno, si pueden a sus respectivos trabajos, si requieren medicación lo hacen, les llevan su debido control; existen fundaciones, asociaciones y personas que pueden junto con ellos asesorar e indicar que hay en su entorno que les puede servir ya sea público o privado para que tengan una mejor calidad de vida, estuve leyendo que existen instituciones en otros países, que les brindan asistencia, terapias, los integran en actividades recreativas y deportivas, hasta de relajación, adiestran un hermoso personal de voluntarios y me imagino que también a  sus  familiares.
Son casos diferentes y tan iguales, todos ocurrieron hace unos 40 años o más, todos los protagonistas de estas historias de una forma u otra se perdieron en sus mundos, estaban solos a su suerte, quizás al principio sus familias los ayudaron, la sociedad de ese momento no veía bien a estas personas, el estigma de la locura causaba miedo, los sanatorios donde recluían a personas con enfermedades mentales estaban ubicados en pocas ciudades pobladas del país, los tratamientos en su mayoría con electroshock, no habían los recursos económicos para mantenerlos,  había pena de tener familiares así, por lo que en la mayoría de los casos permanecían encerrados en sus propias habitaciones o como LYRYA en el patio de su casa.
Como mencioné anteriormente hoy todo ha cambiado, hay mejores condiciones para diagnosticar, medicar y controlar a estos pacientes, pero en las sociedades modernas casi todos los integrantes de las familias están trabajando, muy ocupados con sus propias vidas, no hay mucho tiempo a veces para sus viejos padres enfermos, que me pregunto ¿Habrá tiempo y atención para pacientes en su familia como LYRYA, LÁZARO, PETRA Y MARÍA CARAOTA?..... Pido a Dios que sí, que si hay instituciones, asociaciones, especialistas y una gama de fármacos para cada tipo de enfermedad al servicio de ellos, utilícenlos, permitan que tengan la oportunidad de no que lleguen a esos estados a los que llegaron los personajes de mi relato.
La culpa con la que se vive cuando se pudo hacer algo y no se hizo, nunca se olvida… Que Dios permita que estemos alerta a los cambios de ánimos y comportamientos en nuestros familiares y amigos, que no permitamos que se aíslen cuando se depriman y si una condición los clasifica como enfermos con discapacidades o trastornos mentales entonces que podamos indagar todo lo que se puede hacer en el momento para que tengan una mejor calidad de vida, no cuando ya no les haga falta o el mal sea mayor…  y si conocemos personajes deambulando por las calles, perdidos en sus propios mundos como LYRYA, LÁZARO, PETRA Y MARIA CARAOTA, que llene nuestros corazones de caridad y comprensión para que los tratemos con cariño y respeto a pesar de su condición y ¿por qué no? tenderles la mano si hiciera falta, sigamos el mandamientos de Dios, de no hacer a tu prójimo lo que no te gustaría que te hagan a ti.…. Nadie sabe, si como a PETRA o a LÁZARO y me atrevería a decir MARIA CARAOTA que estaban bien un día y al otro no, les pueda suceder lo mismo… y ser uno de estos personajes.
Han pasado más de 40 años, pero parece que estuviéramos en el mismo momento, en mi querida tierra muy poco han cambiado las condiciones, durante este tiempo y me atrevería decir que más, no se han construido hospitales para asistencia psiquiátricas, ni casas ni albergues ni programas especiales para personas que deambulan por las calles como LYRYA, LÁZARO, PETRA Y MARIA CARAOTA.
 Ya sea que estén padeciendo trastornos orgánicos o funcionales o una mezcla de ellos, las nuevas generaciones de pacientes con estos tipos de trastornos mentales se enfrentan a lo mismo, hay que crear conciencia y reflexionar sobre esta pequeña parte de la población que habitan en mi tierra y en el resto del mundo,  que debe ser asistida, incluida y querida…. Yo misma me incluyo entre las personas que no han hecho nada a pesar de haber tenido contactos cercanos con seres así, espero que este breve relato pueda motivar corazones, almas e instituciones.

La indolencia o indiferencia de las personas que están a su alrededor y la falta de gestiones eficaces de todos los entes sean gubernamentales o  no, que tiendan a que el concepto de “salud mental” sea garantizado para todos los ciudadanos, tengan problemas mentales o no, seguirán siendo el freno para que estas personas como lo hicieron LYRYA, LÁZARO, PETRA Y MARIA CARAOTA, que cayeron en el pozo negro de sus vidas, logren ver una luz por débil que sea, que los ayude a vivir mejor, rodeados de sus seres queridos o de personas que le brinden cariño, quien sabe si como el pseudónimo que utilicé para este relato “Mariposa”, puedan tener un cambio o transformación con una metamorfosis de amor, cariño, cuidados y mucha comprensión.

Nota: Este relato lo escribí para un concurso el año pasado bajo el pseudónimo Mariposa, lamentablemente el premio no pudo ser otorgado.

domingo, 1 de septiembre de 2013

PERSONAJES DE MI VECINDARIO IX. LAS SEÑORAS INÉS, ANGELA Y ANA

Cabimas las adoptó cuando cada una de ellas eligió vivir allí.

Por Carmen Martínez

He estado recordándolas mucho y hablando con Lucas Nava un viejo vecino, hijo de la Señora Ana y nieto de la Señora Ángela me dijo son muchos años Carmen y realmente lo son, ya hace más de 30 años que las dos primeras se despidieron de esta vida, pero en el recuerdo de muchos vecinos de este vecindario ellas estarán, porque fueron pioneras, de esos primeros habitantes de la calle El Manguito de la Rosa Vieja. Con este relato solo quiero hacerles un homenaje por ser unas mujeres que sin importar si estaban solas o acompañadas salieron adelante con su trabajo y esfuerzo, tenían el temple para hacerlo, no recuerdo que edad tenía cuando vi por primera vez a las dos primeras pero de seguro que fue desde que tuve conciencia y uso de razón, desde allí están en mis recuerdos, por lo menos tendría escasamente 3 añitos cuando llegué al vecindario ya que papá siempre nos dijo que la casa la compró y nos mudamos cuando nació mi hermano Jorge que en paz descansa y él era el 4to de mis hermanos… no tengo a mis padres para que me confirmen esto, por lógica debe ser así… pero me enfrenté a otro inconveniente, la mayor parte de los vecinos que las conocieron ya no están entre nosotros.
A la Señora Ana la veíamos más cuando ella venía con su gran familia porque eran muchos hijos a visitar a su mamá la señora Ángela, ella con su esposo Ramón Nava con su sombrerito característico la visitaban siempre, porque ellos vivían en el centro de la ciudad, reconozco que ella constantemente estuvo pendiente de su madre, fue una buena hija y más cuando cayó en cama, allí fue cuando la señora Ana se instaló en el vecindario, estuvo con su madre hasta el final y después ella se quedó a vivir en su casa… ya sus hijos estaban hombres y mujeres la mayoría habían formado sus propias familias.
Así que hablar de estas tres mujeres desde mis vivencias es fácil, conviví con ellas una buena parte de sus vidas, cada quien en su casa como nos enseñaba mamá, muchachos en casa ajena no deben estar por mucho tiempo… pero ellas fueron unas muy buenas y queridas vecinas para todos nosotros, ellas llegaron a querernos muchos… son esos buenos vecinos los que debemos cultivar y ser, esos vecinos que llegan a ser son como la familia más cercana con la que podemos contar en los momentos más apremiantes. Si nosotros lo somos con los demás ellos recíprocamente lo harán también… no seamos como esos vecinos que dicen que no necesitan de nadie y por tanto poco tratan… pero esto ya se escapa de mi relato, porque nuestros vecinos de una forma u otra fueron maravillosos a su manera.
Como siempre quise buscar a otras personas para que me ayudaran aportando sus recuerdos, sentimientos hacia estas protagonistas de mi relato, lamentablemente y como les dije muchos de ellos ya no están, pero Dios da para todo y encontré a 5 vecina(o)s algunos hija(o)s de esos pioneros que con mucho gusto compartieron conmigo un poco de lo que recordaban de LAS SEÑORAS INÉS, ÁNGELA Y ANA, ellos son: las señoras Iris de Márquez, Ángela García, Julia Nava y los señores Lucas Nava y Jaime Reyes.
LA SEÑORA INÉS, oriunda de Trinidad y Tobago, me imagino que se vino mucho tiempo después del boom petrolero, muchos isleños como ella se asentaron en la zona de la Rosa Vieja y ella fue una digna representante de ellos en mi vecindario, la recuerdo era una mujer de altura normal, muy delgada y no podría decir de qué largo tenía su cabello porque siempre usaba un pañuelo en su cabeza, usaba vestidos, batas de casa, blusas sin mangas y faldas y sobre ellas un delantal… cualquiera que logró conocerla y verla en su casa diría que era una mujer muy sencilla para vestir, sus ropas eran más bien muy gastadas… muy poco salía a menos que fuera para comprar víveres y los materiales para las cosas que hacía y vendía… ahora que estoy haciendo este relato las vecinas Iris de Márquez y Ángela García me recordaron algo y es que a ella le gustaba jugar dominó, tal era su pasión que todas las tardes se iba a casa de la señora Manuela a echar sus partiditas, ellas dos eran parejas de juego… pero cuando salía para una fiesta o a visitar a su hermana allí sí que se notaba lo elegante que era…como cambiaba… dejaba de ser una ama casa para ser una mujer imponente. La señora Inés fue una de las primeras musas de mis MUJERES SIN ROSTRO y siempre lo será.
La señora Iris de Márquez, cuando le pregunté sobre la señora Inés solo me dijo que era una vecina muy correcta y seria, muy poco estaba en casas ajenas, visitaba muy pocas casas, la mía era una de ellas,  su trato era afable cuando se encontraban o veían, dice que solo la veía molesta cuando los muchachos se portaban mal con ella y para ello hay alguien que puede corroborar esta parte, nuestro vecino Jaime Reyes, uno de esos niños o jovencitos de aquellos tiempos y como su nombre bien puesto lo tiene, haciéndole honor, siempre fue terrible, no un mal muchacho, un travieso muchacho que es muy diferente…él me contó que la señora Inés lo llamaba Jimmy… pero cuando estaba un poco molesta le decía con su acento isleño “Oh Jaime pórtate bien”… “no hacerme maldades”…”soy una mujer sola”…”no tirar piedras a mi casa”…. “ven para que veas como vivo”…Y lo llevaba para su casa y le daba algo que había preparado…él la recuerda con cariño, eran tiempos de niños y jovencitos y sobre todo cuando le pregunté por ella me dijo si la recuerdo a la señora Inés a la “madama” como cariñosamente muchos la conocían.
Quien sí tuvo bastante que contarme fue nuestra vecina Ángela García, ella me dijo que la quiso y apreció mucho, su familia compartió con una señora Inés diferente, muy jocosa y alegre, yo también le conocí esa faceta, era parte de esa característica de los isleños que mezclaban sus palabras con el español, y la forma como las decía mucho más. Ella me dijo que la señora Inés al caer la tarde se dejaba venir a jugar dominó, tenían un grupo bien conformado con el Sr. Goyo Bracho, el Sr. Mario Bracho, Antonio Márquez y los más jóvenes Víctor Piña y Segundo Verde, la señora Manuela y ella que siempre jugaban en pareja, era su compinche de juego, creo que de ellos solo queda vivo el señor Mario,  me dijo la señora Ángela García que ellas se hacían más señas que nada, con los pies, con las manos, con la cara… cuenta que cuando la señora Inés tenía una mano de dominó llena de muchas cenas, ella decía “Oh Manuela yo estar de luto” ya eso le daba la pista para que le jugara por allí… y a los contrincantes para decirles que estaban de tramposillas hablando mucho… me imagino como sería esto.
Donde sí todos los vecinos coincidimos es en lo rico que ella cocinaba tanto comidas como dulces, Lucas Nava recuerda los panes dulces con pasitas negras, Ángela y yo tuvimos el placer de degustar cualquiera de sus comidas, usaba mucho el mango verde en vez de papa, las preparaciones de sus carnes negras muy características de ellos, pero lo aún más rico eran sus tortas negras, que ella hacía para vender y más cuando se las solicitaban para navidad, fiestas de quince años y matrimonios, recuerdo cuando les hizo las tortas de quince años de Dixon y Florita, contemporáneos conmigo. También preparaba un licor de poncigués, ella tenía una mata que siempre estaba cargada en su casa, pero Ángela me dijo que en su casa también tenían matas de estas y la señora Inés a veces buscaba y se llevaba algunos me imagino que para prepararlos. En navidades cuando iba a su casa ella sacaba su botella y brindábamos las dos, sentadas en sus viejos muebles hasta polvorosos, porque su vida transcurría en su cocina que era la más ventilada y fresca… yo nunca entré a su cuarto, solo hasta su salita de estar y desde su cocina, ya que ella muy poco abría su puerta del frente.
Algo que recordamos la señora Ángela García y yo, es que a la señora Inés le gustaba ir mucho a las fiestas de la Logia La Perla, y ella la acompañó algunas veces, recuerda esa primera vez que la invitó, le dijo… Ángela a usted le gusta salir a fiestas, le gusta bailar y divertirse y ella le dijo que sí y siempre que podía iba con ella cuando las hacían… ese recuerdo hizo que fuera una de mis musas de mis MUJERES SIN ROSTROS, unas ébanas que pinto desde el año 1998, cuando yo la veía salir de su casa toda deslumbrante con hermosos trajes sastres entallados, que le hacían ver más esbelta, zapatos de tacón y medias, y las joyas de oro en zarcillos, pulseras, cadenas y hasta sombreritos de tocados en su cabeza… cuando la veía caminar por la carretera frente a mi casa no podía creer que era ella… que cambio.
Desde mis recuerdos, solo puedo decirles que yo la aprecié mucho por su buen trato, porque a mis padres y a todos nosotros nos mostró siempre su cariño y bondad, muchas veces nos llevaba cosas ricas que preparaba al mediodía, era una mujer de caminar lento, su acento característico aun lo tengo en mi memoria, le gustaba enseñar, por lo menos eso hizo conmigo, cuando yo iba a su casa siempre me daba consejos en especial para cocinar… aprendí con ella a hacer una torta con 2 huevos, algo que nunca olvido es su recomendación que sigo aún hoy al pie de la letra, a usted no le hace falta una receta, aprenda viendo a otros, trate de ver cuáles son los ingredientes que usan, si no estás presente solo comiéndolo y viendo su presentación puedes distinguirlos. Nunca moleste a los vecinos cuando algo le falta, trate de ingeniárselas con lo que tiene en su casa, en su nevera, en su alacena… si le hace falta papas y tienen una mata de magos, agréguele mango verde… si le falta mantequilla para la torta, échele aceite o manteca… luego que termines de batir la torta no le agregue más nada eso le cambia la consistencia, le deja una superficie con muchos huecos. Y así muchos otros consejos.
Una anécdota que mis hermanos y yo recordaremos siempre fue el de nuestro pato Saturnino, un patico que papá nos regaló, amarillito, hermoso, recuerdo que en esos tiempos había un programa de televisión cuyo protagonista era un pato llamado Saturnino y por eso le pusimos ese nombre, cuando ya estaba grande nos contó mamá después de lo sucedido, que la señora Inés le dijo que en la medida que creciera se iba a poner más duro, así que un día llegamos de la escuela y mamá nos sirvió una rica comida nos dijo que era un pollo negro que la señora Inés había preparado, no saben lo rico que estaba… en la tarde cuando fuimos a ver a Saturnino en el patio no lo encontramos… allí supimos que nos habíamos comido a Saturnino. También la recuerdo cuando veía llorar a uno de mis hermanos  y ella le decía a mi mamá… señora María no preocuparse esas son lágrimas de cocodrilo.
Un día ya no vimos más a la señora Inés, me contó Ángela García que ella una tarde fue a su casa y les dijo que contactaran a su hermana que vivía en Ojeda y así lo hicieron, ella se sentía enferma… su hermana la vino a buscar y se la llevó a su casa… allá pasó el resto de sus día, cuanto tiempo no podría decirles, pero fueron años… solo sé que al tiempo mi mamá y yo fuimos a visitarla en casa de su hermana y ella nos dijo que la señora Inés ya no reconocía a nadie… que estaba en su cama acostadita… no la vimos… otro tiempo después supimos que había muerto ni siquiera pudimos ir a su velorio y entierro.
LA SEÑORA ANGELA me dijo su nieta Julia Nava, que al igual que su madre ella cree que era oriunda de Curimagua/Falcón, tuvo 3 hijos, 2 hembras y 1 varón, de los cuales yo solo conocí a las señoras Ana y Rosa, le pregunté  a Lucas Nava si el recordaba quien había llegado primero al vecindario la señora Ángela o la señora Inés y el solo me dijo que cuando ellos llegaron a esa casa de la abuela ya la señora Inés estaba. Siempre digo que todos los día aprendemos algo, cuando fui donde la señora Iris de Márquez y le pedí un poco de recuerdos sobre la señora Ángela esta me dijo que ella vivió al frente de ella por un tiempo, que después de allí se mudaron a otra casa antes de la casa donde han vivido hasta ahora, entonces eso quiere decir que nosotros llegamos a esa casa justo después que la señora Iris se mudara de la misma. Cuando ella la conoció tenía unos 20 años ya para ese entonces tenía a su hijo Freddy que estaba muy pequeño y la señora Ángela les cogió mucho cariño, siempre estaba pendiente de ellos y más cuando el señor Márquez salía a trabajar, le llegó a tener tal aprecio que para ella fue como una madre, le dije que lo mismo había sucedido con nosotros, con mi madre fue muy especial, de hecho mi hermano Franklin nació en casa y la señora Ángela fue la partera de mamá, papá había ido al estado Falcón ese fin de semana y cuando le dieron los dolores ya no daba tiempo de llevarla para ningún lado. Recuerdo muy bien que la señora Ángela siempre decía que las mujeres de antes de allá en su tierra muchas veces habían tenido que parir solas, ella así lo hizo, lo hacían de pie, hay que ver el valor de estas mujeres que a pesar del dolor tenían que estar pendientes de que sus hijos no se maltrataran, ellas mismas se cortaban el cordón umbilical. A lo que iba, ella ayudó a mamá en el alumbramiento de mi hermano Franklin y al otro día los llevaron a la clínica para que los revisaran y todo estaba bien, cuando mi padre llegó no hallaba como agradecerle tanto cuidado con mi mamá y el bebé.
La señora Iris de Márquez me contó que la señora Ángela era una persona que no le gustaban los juegos de palabras y de manos y mucho menos la falta de respeto de niños y jóvenes. Cuando vivía en frente de ella, siempre que podía le llevaba su almuerzo, también me dijo que ella veía como su hija Ana estaba muy pendiente de su madre, a pesar de que vivía algo retirado nunca dejó de ayudarla con su manutención. Su nieta Julia Nava me dijo que cuando ella se quedaba en casa de la abuela, ella se levantaba a las 3 am a cocinar y moler maíz para hacer arepas, que eso a ella le gustaba porque ayudaba a su abuela y lo disfrutaban juntas, yo no recuerdo que la señora Ángela vendiera arepas debe ser cuando yo estaba muy pequeña.
Lo que si recuerdo es que ella siempre se sentaba en el frente de su casa, al caer el sol, tenía su silla y allí una la veía tejer y tejer, como la propia arañita, hasta que se iba a acostar… hacía unos paños, manteles, cubrecamas, pañuelos con el borde tejido de hilo de coser… increíble por ahí todavía conservamos algunos paños que ella tejió. Ya al final hizo unos cubrecamas o cobertores que había que tener esa santa paciencia que ella tenía para hacerlos, cortaba cuadritos y unos círculos de diferentes telas, tan pequeños a los cuales les cosía la orilla y después los iba uniendo unos a otros hasta lograr el ancho y el largo deseado… de esos también nos regaló y vendió algunos, se veían hermosos puestos en las camas.
Pero mi mejor recuerdo de ella, fue cuando mostró la características más bonita de un vecino, ese que te puede tender la mano cuando más lo necesitas, cuando comencé en el liceo mi bachillerato papá comenzó a hacer la nueva casa, había construido 2 cuartos independientes de la casa vieja y fue cuando ella les propuso a mis padres que podíamos vivir con ella mientras construíamos la casa, eso me pareció tan bonito, un hermoso gesto, mi padre dijo que bueno pero que solamente nos iríamos las mujeres y los hombres se quedarían en los cuartos de nuestra casa. Con sus altas y bajas creo que fueron más de 6 meses cuando nos pudimos venir a vivir en la casa recién entregada, pintada y todo… pero nunca dejamos de agradecer esa bondad que ella tuvo con nosotros.
Hay una expresión con la que siempre la recuerdo, es que la señora Ángela se escandalizaba con cosas disque modernas para ella… y cuando las veía o escuchaba se ponía la mano en su cabeza de “pasitas canas” como ella misma decía y exclamaba ¡Esto es acabo de mundo!, cuando me reuní con la señora Iris, le dije que en estos tiempos hubiese muerto infartada, por tanta delincuencia desatada, aberraciones, odios y rencores, libertades y/o libertinajes, cambios en la sociedades y en los hombres.
Un día cayó en cama y así se mantuvo por un buen tiempo, siempre la íbamos a visitar, mi madre a cada rato, hasta que Dios la llamó a su lado, recuerdo que en esa época se murieron varios vecinos del vecindario y es que como siempre dicen por allí, cuando se muere uno se lleva a otros más, una de ellas fue nuestra querida vecina la señora Ángela.
SEÑORA ANA, oriunda de Curimagua/Falcón, una mujer recia de la sierra falconiana, casada con el señor Ramón Nava, me dijo su hija Julia Nava que su mamá tuvo 21 partos, 21 hijos… pero vivos solo le quedaron 9, yo los conocí a todos ellos, el cariño fue mutuo, me entristeció cuando murió Orlando y luego Josefina, eso también entristeció enormemente a la señora Ana, así que le quedaron 7 hijos y un montón de nietos, bisnietos… un gran familia que siempre la mantenía unida…mucho tiempo después que la señora Ana se quedó a vivir permanentemente en casa de su mamá, sus hijos hicieron lo que ella hacía con su madre visitarla a cada rato y los fines de semana y navidad estaban todos reunidos. Me dijo Julia que su mamá siempre decía que era mejor hacer las fiestas en su casa que en la calle, así que motivos de celebración no faltaban, cumpleaños, matrimonios, bautizos, mi madre cuando escuchaba la música a todo volumen y las risas decía la señora Ana debe estar contenta, porque tiene a su gente ahí. Yo decía que estarán celebrando y mi madre decía, a ellos no les hace falta motivos para reunirse y festejar. Fue una mujer sencilla, siempre la recuerdo con esa sonrisa tenue en su cara y esa voz baja para hablar y lo que más le gustaba era pasear y comer fuera de casa, en eso sus hijos e hijas la complacían mucho. Pero su voz, sus manos y carácter fueron siempre enérgicos para llevar a sus hijos por el camino del bien, no le gustaban las cosas malas.
La señora Ana toda su vida vendió pastelitos así levantó a su familia, ella misma los hacía y los vendía en su casa o en las bodegas cercanas. Algo que siempre me impresionó de esta familia tan unida, es que en Semana Santa ellos se iban toda la semana para una playa en Santa Rita y ella allá también pasaba los días vendiendo sus pastelitos y en las procesiones de San Benito los días  27 de Diciembre y el 01 de Enero se iba con sus hijas y estaba desde que lo sacaban hasta que lo metían siempre detrás de los Chimbangles bailando y bailando, primero con los Chimbangleros del finado Jesús Vicuña de la Calle Providencia del Centro de Cabimas y luego con los Chimbangleros de Ochoa de Ambrosio… su hija  Mercedes a quien más conocíamos por Josefina o Chepina también dejó unos Chimbangleros, por cierto que le dije a Julia que debían seguir esa tradición que luego de morir Chepina y la señora Ana lo han dejado un poco.
El cariño que ella nos dio fue tal, que la recuerdo desde que era una niñita de 6 años y ella tenía una costumbre cuando me felicitaba por mi cumpleaños, siempre me daba igual cantidad de nalgadas como años cumplía, costumbre que no dejó de hacer y ella tenía una manos grandes yo le decía señora Ana usted es la que se va a cansar, hasta que tuvo memoria hizo eso, ella un día sufrió un ACV y a partir de allí ya no pudo caminar y con el tiempo perdió su memoria, al final no nos conocía, pero nosotros si a ella, ya hace unos 5 años que no está con nosotros pero no creo que haya alguien en la calle que no la hay conocido o comido sus pastelitos. Ella fue la segunda musa de mis MUJERES SIN ROSTRO, como uno la veía con su turbante o pañoleta en la cabeza y su delantal, llena de harina, siempre de vestido o falda metida en la cocina, no podía reconocer lo elegante que se veía cuando se arreglaba para salir o estar en las reuniones que siempre hacían en su casa… que cambio, peinado, trajes ajustados y entallados, tacones no tan altos, no le hacían falta, una mujer que ni los 21 embarazos le cambió el cuerpo, alta para ser mujer de una complexión fuerte no era delgada pero tampoco tenía ningún gramo de grasa superflua, debió ser muy hermosa de joven, una linda morena de la sierra falconiana.

Cuando escribo sobre personas de la vida real y más cuando fueron tan queridas y apreciadas por mi persona siempre digo que no terminamos de conocerlas siempre hay algo nuevo que sale, algo que otros lograron ver o sentir… porque cada quien deja huellas muy particulares en las personas con las que comparte sus días, su vida, así fue la vida de estas 3 hermosas y valientes mujeres de mi vecindario LAS SEÑORAS INÉS, ÁNGELA Y ANA, buenas vecinas, madres, hijas, hermanas, amigas, muy serias y de recto proceder, solas le dieron cara a la vida, solo la enfermedad mino sus piernas cuando cayeron en cama o sillas de ruedas y aun así sus cuerpos fuertes para todo la resistieron por meses y hasta años, ni a la muerte se le resistieron contra ella también batallaron hasta ese día que Dios las llamó a su lado  y para mí no solo fue un privilegio conocerlas, sino que hoy tengo ese inmenso placer de escribir este corto relato sobre ustedes para que otros que no las conocieron en especial las nuevas generaciones o los nuevos vecinos sepan que en su vecindario ustedes vivieron y dieron el ejemplo de ser buenas vecinas, de ser mujeres de temple, aguerridas que pudieron vivir solas hasta que llegó ese momento de despedirse de esta vida, cada una de ellas superó los 80 años de su existencia, gracias a Dios sus seres queridos no las abandonaron, hasta el final con ellas estuvieron así no lo entendieran porque sus mentes habían perdido la batalla pero no la guerra… muy agradecida de que en mi vida dejaron huellas de amor, buenos valores y principios con su cariño y bondad.