LYRYA
Por Carmen Martínez
Me
inclino a relatar cosas que vivo, veo a mi alrededor, lo que hace ruido en mi
vida, lo que me motiva el querer narrarlo, nunca imaginé que cuatro décadas
después desempolvaría viejos recuerdos, lo increíble de todo, es que a pesar de
creerlos olvidados, vienen con tanta fuerza como si los estuviera viviendo otra
vez y de entre ellos se asoman a mi mente algunos personajes de mi niñez, todos
ellos con una característica común, estaban perdidos en su propias vidas,
algunos podían ver la realidad pero no entenderla, unos se escondieron en sus adentros
para no hacerlo, otros pasaban de los libros a la realidad hasta que no
pudieron saber dónde estaban parados, pero más allá de eso, compartieron algo
que no me gustaría pasar y mucho menos le deseo a alguien más, fueron personas
excluidas de su familia y de la sociedad por haber nacido así o porque de una
forma u otra a lo largo de su vida empezaron a padecer un trastorno o una
enfermedad mental.
Hubo
muchos casos de estos, en su mayoría eran personas adultas que deambulaban por
las calles, me contaron que en años recientes un periódico local hizo un
reportaje de algunos de estos personajes que fueron muy conocidos en la ciudad,
por lo pintoresco o peculiar que fue su existencia, pero los que yo más
recuerdo solo eran conocidos en el sector donde vivíamos.
El
siguiente relato consta de 4 historias diferentes, de personas que vivieron o
deambularon en la misma ciudad y sector donde me crié, lo realizo como un
tributo a la fortaleza de una persona que vivió inmersa en su mundo, excluida de su realidad: LYRYA, la
protagonista de la primera historia y para todas las personas que como ella no
distinguen la diferencia entre la realidad y su mundo interior. Puede que sean
historias pasadas, pero no se puede descartar que en las actuales condiciones
socioculturales, económicas y familiares se sigan viendo casos como estos y
hasta me atrevería aseverar que en alguna parte del mundo estén sucediendo historias
similares o quizás peores, como muestra, una de estas historias prevalece aún.
LYRYA
Me
encuentro en mi memoria buscando en mis más recónditos recuerdos, para llegar
al momento justo cuando conocí a una persona muy especial quizás por la vida
que le tocó vivir, su nombre era LYRYA, no sé qué condición congénita tuvo para
ser así, pero sé la condición en la que vivió los últimos años de su existencia
quizás hasta el día que murió. ¿Que tipo de enfermedad o trastorno mental tenía?
o si era una simple discapacidad, indudablemente tampoco lo sé, yo contaba a lo
sumo 9 o 10 años cuando la conocí y no
sabría decir que edad podía tener ella, pero creo que era menor de 30 años. No
sé si en aquellos tiempos cuando ella nació, un poco menos de 70 años atrás,
allá en mi tierra, la diagnosticaron con tanta certeza como lo hacen hoy día
entre esa vasta clasificación de enfermedades o trastornos mentales, y si su
trastorno mental era leve o no tan severo, no quiero ni pensar que su caso se
agravara por la falta de amor, cariño, ternura, muchos cuidados y atenciones en
primer lugar y en segundo lugar quizás por haber nacido en esos tiempos donde
las familias escondían casos como el de LYRYA, una mujer que vivió amarrada al
tronco de un árbol de níspero en el patio trasero de su casa, la mayor parte de
su vida.
No
sé por cuanto tiempo vivió en esas condiciones esa pobre niña, joven o mujer,
solo puedo recordar quizás parte de sus últimos años, sé que un día su madre
murió y ella ya no estaba, me contaron luego que dos hermanos se la habían
llevado a sus casas, quien sabe como fueron sus últimos momentos en otros
escenarios diferentes a los que tenía en su casa materna, sé que un día,
me dijeron que se había muerto, la enterraron sin pena ni gloria, quizás
ni la “veloriaron”, como recuerdo hacían con todas las personas conocidas que
morían en mí entorno. Recuerdo que lloré mucho y en mis adentros agradecí a
Dios porque ella había descansado, porque más nunca sufriría los aberrantes y
cotidianos momentos de su abandonada vida. Hoy veo perros y mascotas que tienen
mejor vida que esta pobre mujer que solo tuvo la culpa de nacer así o de no
tener el apoyo necesario para no llegar a ese estado, a estos los alimentan,
llevan a la peluquería, les compran cestas para dormir, mantas, trajes,
accesorios y cuanta cosa inventen para ellos; no puedo juzgar, eran otros
tiempos, otras condiciones.
Me
vienen recuerdos de cuando estábamos jugando mis hermanos y yo, nuestros juegos
de niños en el patio de nuestra vieja casa y es allí, entremezclados con
nuestras risas cuando escuchaba gritos, alaridos, gemidos y llantos, niña al
fin no le prestaba mucha atención, como además siempre he sido baja de estatura
me era difícil asomarme por entre las enredaderas a la cerca de al lado, así
pasó el tiempo ¿Cuánto? no puedo precisarlo hoy, la vieja enredadera la
cortaron y ya podía ver a través de la cerca, hasta que un día le pregunté a mi
madre quien lloraba así, madre al fin no quería que indagara sobre ello, me
dijo ¡el loco¡….con su voz y manos
haciendo como en los cuentos, pienso que sin ninguna malicia alusiva a esta
pobre mujer, más bien, era como hacía cuando no queríamos acostarnos temprano,
retozando en el cuarto, sin embargo, la curiosidad mató al gato y mi espíritu
observador, ahora veo lo tengo desde ese entonces, me llevó a tratar de ver
quien estaba siempre llorando del otro lado de la cerca, entre el rechinar
característico de sus dientes, luego observé que también se “babiaba”, que hacia
ruidos raros con sus gemidos y quejidos, ida en su mundo, casi no entendía lo
que uno le decía.
Tenía
muchos arranques, a veces no podía ni acercarme a la cerca porque estaba
agresiva y si tenía algo en las manos o algo que encontrara en el piso, como el
“pocillo” donde le daban café y el agua o la “olletica” donde le daban la
comida, lo tiraba contra la cerca, quien sabe lo que le ocasionaba estos
arrebatos. A veces parecía que estuviera espantándose algo de la cara. En
algunas oportunidades se quitaba toda la ropa y quedaba desnuda. Puedo decir
que en determinados momentos los presencié, no me los contaron.
Un
día de la arepa que mi madre me dio en él desayuno, tomé la mitad y la rellené
con carne o pollo, y en una taza tomé un poco de café con leche y me fui hasta
el “fondo” como nosotros tenemos la costumbre de llamar al patio trasero, le
mostré lo que llevaba, ya me había visto en varias oportunidades cuando me asomaba
para verla, esa vez no se vino dónde estaba yo, sentada en el piso, a pesar de
tener una vieja silla donde podía estar más cómoda, yo le decía ¡ey ven¡ porque no sabía su nombre, ella
me miraba temerosa pero no se levantaba, me cansé de insistir, así creo que fui
varias veces más, hasta que un día me pilló mamá, me preguntó que estaba
haciendo, fue cuando le conté y ella que siempre hacía arepas de más me dejaba
tomar una entera para ella y ante mí insistencia me dijo su nombre, ya nunca
más le dije ¡ey ven¡, de allí en adelante la llamaba por su nombre LYRYA.
También
llegó el momento que se acercó a mí hasta donde la cadena o el mecate amarrado
a su pie, se lo permitía y con dificultad tomó la arepa, comía como los
animales con tal voracidad, sus manos mugrosas y el “pocillo” lleno de moscas y
sucio. No digo que todos los días le pasaba alimentos, más porque estudiaba
doble turno en mi primaria y la mayor parte del tiempo llegaba el bus antes de
que termináramos de almorzar, por esa razón, le pasaba a veces en las tardes
luego que llegáramos y cenáramos, tampoco se la comía todas las veces, yo la
veía en el piso al otro día.
Así también
se me ocurrió pasarle sopas o hervidos que mi mamá siempre hacía, le
hacía señas para que acercara su “olletica”, la dificultad era mayor, tanto
para ella como para mí, no quería poner un banco para poder darle las cosas
mejor porque no sabía cuándo podía cambiar su actitud y asustarme o
sencillamente lastimarme yo misma tratando de bajar apresurada del susto,
porque ella no era mala.
Si
le iba a dar sopa no podía estar caliente, por el contrario tenía que pasársela
casi fría porque ella o yo nos podíamos quemar en el intento, muchas veces
sumado a la baba, la comida terminaba más en su ropa que en su estómago. Una
vez fue a dar a mi humanidad, era un día domingo cuando le llevé sopa de
gallina, me la tiró a través de la cerca, me cayó en el pelo, la cara y en el
cuerpo, hasta allí mi madre me permitió pasarle sopas o hervidos.
La
bañaban con manguera o con baldes llenos de agua, tanto su madre como cualquiera
de sus hermanos diariamente lo hacían, muchas veces con poco tacto, no había
una hora fija para dárselos, sino lo hacían en el medio día, lo hacían en la
tarde y a veces hasta en la noche, me imagino que sería porque siempre estaba
en el suelo jugando con tierra, echándose todo la comida encima, ni pensar que
sus necesidades se las hacía allí mismo, no eran tiempos de colocarle pañal
como ahora uno le coloca a sus enfermos y los limpia, como mujer no quiero
imaginar como este pobre ser pasaba esos días que toda mujer vive cuando mes a
mes le viene su menstruación, lo bueno
es que en nuestra tierra nunca ha hecho frío, por el contrario es una tierra
caliente, quizás en las noches soplaba alguna brisa y el níspero donde ella
estaba amarrada siempre fue muy frondoso, por suerte para ella, le brindaba un
techo y resguardo del sol, más no, de la lluvia, que triste era ver como se
mojaba y titiritaba tanto que el chasquido normal de sus dientes se agudizaba y
si era una aguacero con vendaval mucho más.
Solo
en ese momento, cuando la habían bañado y cambiado de ropa, me daba cuenta de que
era una mujer joven pero maltratada por tanta indolencia, de tez blanca muy
delicada, cabello castaño claro, ojos claros, su dentadura maltratada quizás
porque comía hasta tierra cuando la comida se le caía de las manos o la “olletica”
donde le servían la comida se le volteaba, o porque “chasqueba” mucho y sus dientes
chocaban entre sí. Hoy me pregunto ¿cómo habría sido? o ¿cómo luciría si habría
tenido otro trato, otra calidad de vida?, por lo menos, lo elemental que todo
ser humano merece, como por ejemplo dormir resguardada en un cuarto con lo
necesario, por lo menos con su cama, me imagino que allí debió empezar todo,
cuando el colchón se lo orinaba o se hacía pupú en él o se manchaba de sangre mes
tras mes, esto son simples elucubraciones mías al momento de escribir este
relato, pero de algo estoy segura, habría sido un mujer enferma pero hermosa.
No
creo que a LYRYA la hayan enseñado de pequeña a valerse por sí misma, quizás
por su condición, casi no hablaba, caminaba muy poco por estar siempre amarrada
solo vi que caminaba hasta donde se lo permitía la cadena, pero algunas
personas decían que ella caminaba y se salió varias veces para la calle por eso
la habían amarrado, tampoco sé cómo funcionan hoy día las instituciones o casas
albergues para personas como LYRYA, si los enseñan a asearse, si los llevan al
baño y los ayudan, o los asean en las camas, solo sé decir que hoy cuando
observo a personas conocidas y amigas que sé padecen alzheimer, la mayoría los
atienden en sus casas, sus familiares los cuidan, están pendientes de ellos,
que no se lastimen, los alimentan, les dan sus tratamientos, los mantienen
limpios y arreglados, comparten en familia con ellos, no veo que los internen a
menos que padezcan de otra enfermedad propia de su edad, hasta el momento solo
he visto a uno de ellos morir y fue por su diabetes, porque son enfermos que
duran mucho en su proceso cada vez más agudo o degenerativo, entre sus
recuerdos o memorias pasadas, desconociendo a sus familiares más cercanos como
esposas e hijos, hasta que mueren, …Y me pregunto…en las condiciones que vivió
LYRYA excluida, relegada, casi olvidada, ¿tendría pensamientos?, ¿qué recuerdos
guardaba LYRYA, en un ambiente como ese?,
¡oh Dios¡
Para
ella no había nada, por lo menos en el periodo de tiempo que yo la conocí,
nunca compartió en familia, los cumpleaños y
navidades, dos momentos que son motivo de celebración y reunión familiar,
creo que ni se acordaban que ella estaba allá afuera, por lo menos alguien que tratara
de llevarle torta, dulces o la comida típica de esas fechas, pero sobre todo, que
se acercara a hablarle, alguien que aunque estuviera en esas circunstancias, le
hiciera sentir que por lo menos había personas a quien le dolía que su vida
fuera así, que era su madre, un hermano o una hermana que la quería por ser su
familia, que la arreglara y sentara por lo menos en el frente de su casa para
que la saludaran, sé que es difícil para los familiares y si no tienen caridad
y comprensión para su propia sangre mucho más.
Como
les he dicho LYRYA casi no hablaba, solo lloraba, gemía, gritaba, lanzaba cosas,
se desvestía y siempre que se enfurecía
le gritaban y muchas veces para calmarla, le echaban agua, otras veces caía en
un letargo, alelada, pero también recuerdo tenía muchos momentos de euforia, se
reía mucho, como si algo alegre le viniera a la mente, los ruidos ni eran
llanto ni eran cantos, y me pregunto qué recuerdos alegres podía tener. Todo
esto de las crisis que le daban lo vi muy pocas veces porque mi madre no nos
dejaba salir cuando se escuchaban esos gritos…. Sería mamá que no quería que
viéramos eso, porque era muy deprimente.
El
caso de LYRYA me hace pensar que no hace falta nacer con cierta predisposición
genética para padecer algún trastorno mental, mantener a una persona excluida,
sola, viendo, hablando, escuchando, pensando quien sabe que cosas, a la
intemperie o encerrada en un cuarto, sin ningún tipo de apoyo, ayuda y cariño,
es en definitiva la receta para destruir cualquier mente por muy buena que esté.
Si LYRYA hubiera nacido y vivido en esta época y con su misma familia dándole
un trato lleno de amor y cuidados que le mejoraran su calidad de vida, quizás
otra habría sido su historia y me inclinaría a pensar que estuviera viva.
LÁZARO
Desde
muy niña vi a este señor pasar por mi casa caminando a cualquier hora del día,
era un señor adulto no se calcular edades, pero creo que sexagenario, no era un
andrajoso, ni sucio, sus ropas eran usadas pero a casi a su medida, aunque se
ponía los pantalones de una forma muy peculiar, sobre su cintura y se los amarraba con un alambre
como cinturón, no sé dónde vivía, papá decía que tenía su casita o una pieza
donde dormía, se la pasaba hablando solo, como si hablara o le explicara algo a
alguien, pero su característica por la que siempre será recordado, era que
recogía cosas de la calle y todo lo llevaba guindando en su cuerpo o en un
potecito que siempre tenía con él, estoy
hablando de alambres, tornillos, o cualquier elemento metálico, que se yo todo
lo que conseguía, cuando le pregunté a mamá y a papá que le había pasado para
caer en ese estado, si había nacido así, mi padre me dijo lo que todo el que lo
conocía decía, que él era una persona
normal y estudiada para su tiempo, que leía mucho, tanto que empezó a desvariar
y a decir tantas incoherencias o mejor dicho a vivir lo que leía, por esa razón
algunos familiares le habían quemado un montón de libros cuando ya no pudieron
sacarlo de sus incoherencias, dicen que así fue como empezó su andar por las
calles día tras día cuando salía para no escuchar a sus familiares.
El
no pedía comida ni se acercaba a hablar con nadie, solo caminaba de un lado a
otro hablando solo, hay quienes cuentan que se le escuchaba decir que tenía “la
antena que lo conectaba con Estados Unidos”, empezaba en la mañana pero no sé a
qué hora regresaba y si lo hacía, ni
mucho menos hasta donde llegaba caminando, había personas que lo conocían y le
daban comidas. No supe más de él, me
gradué y salí a trabajar fuera de mi estado, tiempo después pregunté en casa
por él y me dijo mamá que no lo habían visto pasar más, dedujimos que había
muerto hacía tiempo… quien sabe si pasó mientras deambulaba por las calles o
mientras dormía en su casa, porque en nuestra ciudad no habían ni aún hoy hay
instalaciones para personas como LÁZARO. Si sus familiares después de todo le
dieron un entierro digno a su excluida vida aunque solo lo acompañaran pocos o
lo colocaron en una fosa común en el Cementerio Municipal, o quizás lo donaran
para estudiantes de medicina. Es posible decir que otra habría sido su historia
con el apoyo de la familia, que alguien habría podido rescatarlo de ese otro
mundo producto de sus lecturas con terapias… realmente no sé ¿Que se habría podido hacer por LÁZARO?
PETRA
Una
mujer que todo el mundo ha dicho que era hermosa y muy elegante de joven, siempre
esbelta, estaba casada o vivió con un extranjero y tuvieron 3 hijos “catiritos” o rubios así decía ella cuando
preguntaba por sus hijos. Cuando la vi por primera vez creo que superaba los 30
años pero no llegaba a 40años, siempre la veía usar más vestidos que
pantalones, le quedaban muy bien, muy poco se le veía sucia.
Me contaron mis padres y todos los que la
conocen deambulando por las calles, porque aún hoy sigue caminando y caminando,
que su historia como enferma con problemas mentales comenzó cuando su esposo la
abandonó y después le quitaron a sus 3 hijos. No sé si es cierto pero dicen que
ella salía de su casa y dejaba a su hijos pequeños solos y encerrados, se la
pasaban llorando, a veces, ni les dejaba comida, algunos decían que fue el
padre de los niños que pidió la patria potestad de sus 3 hijos, y otros, que
fue personal del Instituto del Menor o la Policía que llegaron a su casa y se
los llevaron. Esto para PETRA fue muy traumático, se bloqueó. Luego que se los quitaron,
salió a buscarlos por todos lados, a cuanta persona veía en el camino le
preguntaba si había visto a sus hijos y se los describía uno a uno, en cada
casa tocaba la puerta y hacia lo mismo una y otra vez, hasta que se cansaba y
regresaba a su casa, hasta que un día se quedó a dormir en la calle, pero
seguía preguntando por sus hijos, hasta que sus hijos se le olvidaron o en su
mente supo que no los encontraría y volvería a ver, no sé si también se le
olvidó donde estaba su casa y tenía hambre, ahora pedía ropa y comida pero que
estuviera preparada, si no le gustaba se la arrojaba encima a las personas, que
optaron por no salir cuando ella los llamaba y entonces se enfurecía y
gritaba improperios, hasta piedras a los techos de las casas lanzaba. Aunque
ahora dicen que ella está más calmada que ya no lanza improperios, no volvió a
preguntar por sus hijos, se le quedaron muy adentro en sus recuerdos borrados, pide
ropa y comida como siempre, café y refresco y sino dinero para comprárselo…
pero de igual forma sino le gusta la comida que le dan no se la come.
Que
dolor, no sé decir si tuvo el suficiente apoyo de su familia y el trauma fue
demasiado fuerte para ella, su vida se le derrumbó con el abandono de su esposo,
y lo que ninguna madre puede superar, la pérdida de sus hijos arrancados de su
lado porque ella no estaba en condiciones para atenderlos como merecían, perdió
su ganas de vivir, su mente y su razón, que según algunas personas que la
conocieron ya la tenía bastante afectada.
Hace
poco menos de un año la volví a ver, sigue igual de delgada, a pesar de todo
todavía camina con cierta altivez, pero ya se nota avejentada, curtida su cara
por el sol, ya se detiene y pregunta cualquier cosa, pide ropa, dinero o
comida, ya no pregunta por sus hijos, así seguirá caminando por las calles
hasta que ya no pueda hacerlo más. Todos en el lugar la conocen y llaman como
la “loca PETRA”, pero no saben que tuvo una vida normal como cualquiera de
nosotros y nunca pensó ni ella, ni su familia, ni sus amigos si los tenía, que
triste destino iba a tener.
¿Habría
PETRA tenido otra oportunidad con el apoyo de su familia, de los especialistas
de hoy, de la iglesia, de los vecinos de su comunidad queriendo ayudarla? Creo
que de haber tenido un quiebre positivo en su vida otra historia de rescate se
estaría viendo, porque PETRA está viva, quien sabe si la vida le habría
permitido conocer un buen hombre y haber formado otra familia, o que la vida le
hubiese sonreído con una nueva oportunidad aunque sea estando sola.
MARÍA CARAOTA
Una
gran amiga, me comentó de otra mujer que recorría las calles en otro sector
algo retirado donde yo vivía, razón por la cual nunca la conocí ni me la crucé
en su camino. La llamaban MARIA CARAOTA, porque siempre estaba negra de tanta
mugre, no se bañaba y siempre tenía la misma ropa, ella no me supo decir cómo
llegó esta mujer a las calles, si alguien sabía su historia. Cuando mi amiga la
conoció dice que MARIA CARAOTA tendría como 40 años y según decían los
lugareños que ya ella tenía rato deambulando por las calles, solo me dijo que
era alta y delgada y que supo que se murió hace ya algunos años.
Lo
que caracterizó a esta mujer fue que los vecinos del sector al verla todo el
tiempo sucia e irreconocible, empezaron algo que se convirtió en un costumbre: todos
los domingos de resurrección antes de que se realizara la “quema de Judas” (algo
muy típico en nuestra tierra, donde se exhiben muñecos de trapo llenos de
fuegos artificiales y se queman con festividades), los hombres del lugar esperaban
a que ella pasara y entre varios porque ella era muy fuerte y no se dejaba
agarrar, la bañaban con una manguera que había en una estación de servicio de
gasolina, le lavaban el pelo y la vestían con su “pantaleta” o “blúmer” y un
vestido, cuenta mi amiga que previo al día domingo iban de casa en casa
buscando o pidiendo vestidos y “pantaletas” o “blúmer” usados para MARIA
CARAOTA, reunían tantos vestidos y pantaletas y luego escogían los que le quedaban.
Nunca
supe de esto, pero más allá de todo, lo mejor para una persona como MARIA
CARAOTA era estar perdida en su mundo, no creo que las personas no puedan ver
que es triste para un ser humano ser exhibido así, cuenta mi amiga que ese
vestido y esa “pantaleta” o “blúmer” se la quitaban en el próximo domingo de
resurrección, Dios como alguien puede durar 1 año o más sin darse un baño o asearse
por lo menos y más siendo mujer. Estoy firmemente convencida que así como este
grupo de personas de la comunidad que bañaban y vestían a MARIA CARAOTA una vez
al año, que pudieran contribuir con muchas MARIAS CARAOTAS, todas las veces que
pudieran, enseñándolas a hacerlo, y si no pueden por lo menos bañarlas y
vestirlas más discretamente. Quizás se rescaten personas de la calle excluidas
por su familia y la sociedad, con esfuerzos mancomunados de la comunidad y
todos los entes involucrados para personas con enfermedades o trastornos mentales.
Siempre
que veo a personas como PETRA Y MARIA CARAOTA, solas por esas calles, más allá
de que un carro, una moto o una bicicleta pueda atropellarlas, maltratarlas y
hasta quitarles la vida, me preocupa el hecho de que puedan ser abusadas
sexualmente ya sea por personas como ellas que también están deambulando por
las calles o por otras personas degeneradas que se valgan de que están en ese
estado y puedan quedar embarazadas y traer más niños al mundo con o sin
problemas mentales.
Como
cambia todo, antes uno escuchaba decir o llamar a estas personas locos o
dementes y se veía como muchos se burlaban de personas como LYRYA, LÁZARO,
PETRA Y MARÍA CAROTA, hoy puedes decir que padecen alzheimer, que tienen
sintomatologías de esquizofrenia, paranoia, neurosis, trastornos bipolar, entre
tantos y diversos padecimientos de un enfermo con problemas en su mente y en su
psiquis, por eso es importante, que se den acertados diagnósticos de estos
pacientes, si son congénitos, hereditarios, por traumas, por drogas o
sencillamente por vejez y sobre todo asesorar a los familiares de cómo deben
tratarlos y medicarlos, hay tantos medicamentos psicotrópicos hoy día gracias a
los nuevos avances científicos; hoy los especialistas: psicólogos, neurólogos,
psiquiatras, terapeutas, enfermeros, los ven desde el principio de sus estados
depresivos, de cambios de ánimos o encerramientos. Manejando todo desde el
concepto de “salud mental” prefieren decir que padecen “trastornos mentales” más
que “enfermo mental”, integrándolos a su entorno, si pueden a sus respectivos
trabajos, si requieren medicación lo hacen, les llevan su debido control;
existen fundaciones, asociaciones y personas que pueden junto con ellos
asesorar e indicar que hay en su entorno que les puede servir ya sea público o
privado para que tengan una mejor calidad de vida, estuve leyendo que existen
instituciones en otros países, que les brindan asistencia, terapias, los
integran en actividades recreativas y deportivas, hasta de relajación,
adiestran un hermoso personal de voluntarios y me imagino que también a sus familiares.
Son
casos diferentes y tan iguales, todos ocurrieron hace unos 40 años o más, todos
los protagonistas de estas historias de una forma u otra se perdieron en sus
mundos, estaban solos a su suerte, quizás al principio sus familias los
ayudaron, la sociedad de ese momento no veía bien a estas personas, el estigma
de la locura causaba miedo, los sanatorios donde recluían a personas con enfermedades
mentales estaban ubicados en pocas ciudades pobladas del país, los tratamientos
en su mayoría con electroshock, no habían los recursos económicos para
mantenerlos, había pena de tener
familiares así, por lo que en la mayoría de los casos permanecían encerrados en
sus propias habitaciones o como LYRYA en el patio de su casa.
Como
mencioné anteriormente hoy todo ha cambiado, hay mejores condiciones para
diagnosticar, medicar y controlar a estos pacientes, pero en las sociedades
modernas casi todos los integrantes de las familias están trabajando, muy
ocupados con sus propias vidas, no hay mucho tiempo a veces para sus viejos
padres enfermos, que me pregunto ¿Habrá tiempo y atención para pacientes en su
familia como LYRYA, LÁZARO, PETRA Y MARÍA CARAOTA?..... Pido a Dios que sí, que
si hay instituciones, asociaciones, especialistas y una gama de fármacos para cada
tipo de enfermedad al servicio de ellos, utilícenlos, permitan que tengan la
oportunidad de no que lleguen a esos estados a los que llegaron los personajes
de mi relato.
La
culpa con la que se vive cuando se pudo hacer algo y no se hizo, nunca se olvida…
Que Dios permita que estemos alerta a los cambios de ánimos y comportamientos
en nuestros familiares y amigos, que no permitamos que se aíslen cuando se
depriman y si una condición los clasifica como enfermos con discapacidades o
trastornos mentales entonces que podamos indagar todo lo que se puede hacer en
el momento para que tengan una mejor calidad de vida, no cuando ya no les haga
falta o el mal sea mayor… y si conocemos
personajes deambulando por las calles, perdidos en sus propios mundos como LYRYA,
LÁZARO, PETRA Y MARIA CARAOTA, que llene nuestros corazones de caridad y
comprensión para que los tratemos con cariño y respeto a pesar de su condición
y ¿por qué no? tenderles la mano si hiciera falta, sigamos el mandamientos de
Dios, de no hacer a tu prójimo lo que no te gustaría que te hagan a ti.…. Nadie
sabe, si como a PETRA o a LÁZARO y me atrevería a decir MARIA CARAOTA que
estaban bien un día y al otro no, les pueda suceder lo mismo… y ser uno de
estos personajes.
Han
pasado más de 40 años, pero parece que estuviéramos en el mismo momento, en mi
querida tierra muy poco han cambiado las condiciones, durante este tiempo y me
atrevería decir que más, no se han construido hospitales para asistencia
psiquiátricas, ni casas ni albergues ni programas especiales para personas que
deambulan por las calles como LYRYA, LÁZARO, PETRA Y MARIA CARAOTA.
Ya sea que estén padeciendo trastornos
orgánicos o funcionales o una mezcla de ellos, las nuevas generaciones de
pacientes con estos tipos de trastornos mentales se enfrentan a lo mismo, hay
que crear conciencia y reflexionar sobre esta pequeña parte de la población que
habitan en mi tierra y en el resto del mundo, que debe ser asistida, incluida y querida…. Yo
misma me incluyo entre las personas que no han hecho nada a pesar de haber
tenido contactos cercanos con seres así, espero que este breve relato pueda
motivar corazones, almas e instituciones.
La indolencia
o indiferencia de las personas que están a su alrededor y la falta de gestiones
eficaces de todos los entes sean gubernamentales o no, que tiendan a que el concepto de “salud
mental” sea garantizado para todos los ciudadanos, tengan problemas mentales o
no, seguirán siendo el freno para que estas personas como lo hicieron LYRYA,
LÁZARO, PETRA Y MARIA CARAOTA, que cayeron en el pozo negro de sus vidas,
logren ver una luz por débil que sea, que los ayude a vivir mejor, rodeados de
sus seres queridos o de personas que le brinden cariño, quien sabe si como el
pseudónimo que utilicé para este relato “Mariposa”, puedan tener un cambio o
transformación con una metamorfosis de amor, cariño, cuidados y mucha
comprensión.
Nota: Este relato lo escribí para un concurso el año pasado bajo el pseudónimo Mariposa, lamentablemente el premio no pudo ser otorgado.