EL RECREO

Por Carmen Martínez

Ese pequeño pero gran espacio de tiempo que desde niños disfrutamos entre clases y clases, entre dos timbres tan fuertes que nos transforma en corredores de pista y campo al principio y en tortugas al final.

Recuerdo mis recreos cuando niña y adolescente, hasta en la universidad cuando tenía horas libres, así que cuando estoy en las escuelas por la Iniciativa REGALANDO PASIÓN POR LA LECTURA, esos recuerdos vienen a mi cuando oigo sonar los timbres del recreo, esos dos timbres y lo que se hace entre ellos ha sido la musa de este relato reflexivo.

Hora de comer, si hay cantinas escolares o cualquier proveedor de alimentos correr a comprar lo que nos hace falta, si traemos nuestra comida preparada en casa por nuestros padres quedarnos en el salón, pero también es la hora de un rato de esparcimiento como lo usamos todo depende de la personalidad de cada uno, los que un balón une al jugar futbol, kikimbol, básquetbol, los que llevan sus metras, trompos o yoyos y hacen su área y espectadores particulares, los que llevan barajas un buen truco puede salir, los que juegan la carta o llevan una cuerda disfrutan tranquilamente saltando, ahora los que llevan sus celulares, ipods, canaimas disfrutan en digital, siempre hay los que se sientan a la sombra a conversar, a leer  y a ver jugar a los otros, o los que se aíslan por algún lado y los que ni siquiera salen del salón.

Ese tiempo tan necesario para despejarnos y hacer lo que necesitamos, breve por demás pero que en él se puede hacer tanto, lo perdemos a medida que crecemos, se transforma solo en la hora que tenemos para almorzar o comer entre guardias de trabajo, e incluso en un tiempo más largo, en el de las vacaciones anuales, y trasladamos esos comportamientos de niños a ellos, los hay que llevan su comida preparada en casa en sus loncheras, los que corren por la ciudad o sitios cercanos de trabajo buscando donde comer, los que aprovechan de ir a comer calientico y en familia en sus casas, los que aprovechan de ir a pagar sus cuentas o cualquier otra diligencia, los que se meten un momento en un gym, los que se quedan en la oficinas o sitios de trabajo para terminar cosas pendientes o conversar con sus compañeros de trabajo mientras se toman un cafecito. En vacaciones los que planifican para viajar fuera de sus ciudades, los que invierten sus bonos vacacionales para mejoras en sus hogares o pagos de deudas contraídas, los que aprovechan de hacer las mejoras en sus hogares y compartir con sus familias sanamente en casa. Los que aprovechan de visitar y compartir más con sus familiares y amigos, los que se regalan un tiempo para sí mismos, se hacen cambios de look y practican más deportes y hacen más ejercicios

Las conductas aprendidas no se pierden, lo que se pierde es el aprovechar esos maravillosos ratos que nos brindan los recreos, sean cortos o largos, tengan timbres o no, y utilizarlos para lo que realmente están estipulados, es un break, un pase de switch, para cambiar lo que estamos realizando, para descansar, para que nuestra mente, cuerpo y espíritu se relajen, se preparen, se energicen para continuar, veo como muchos actúan como tortugas y hasta soldaditos de plomo antes y después de los recreos que tienen en sus vidas diarias, cotidianas y rutinarias, que más bien se cansan y se llenan de preocupaciones cada vez más, que no se toman un tiempo para sí mismos, ni siquiera para hacer unos minutos de respiración, de oración con Dios, de catarsis y son los que vemos más pronto afectados por enfermedades crónicas y degenerativas y hasta se despiden tempranos de sus vidas.

Más las mujeres que hombres, si además de trabajar son las que llevan la carga del hogar, si no enseñaron a sus esposos o parejas a compartir las labores del hogar y la crianza de los hijos y a los hijos para que también tengan su compromiso con la familia desde chicos, apoyando en los quehaceres del hogar,  vemos como se envejecen mucho más rápido, donde está su recreo, donde está su tiempo de descanso y relajación.

Desde mis recuerdos y ante las más actuales realidades del día a día cada vez más vertiginosas, cada vez más cambiantes, más tecnificadas donde la ciencia y la tecnología lo hacen cada vez más fácil, pero más ocupantes y comprometedoras de nuestro circodiano tiempo, solo les digo que debemos escuchar esos dos timbres no solo dos veces sino las veces que hagan falta, es nuestra vida, solo se vive una vez, demos recreo y vacaciones a nuestras vidas, a nuestro cuerpo, a nuestra alma y espíritu, tenemos el domingo si somos cristianos para dárselo a Dios y si tienen otras religiones o credo otro día, pero para ustedes tienen 6 días más donde deben alternar el trabajo con recreos, así sean amas de casa u ocupen altos cargos, el recreo es un derecho y un deber, se lo deben a sí mismo, solo uno mismo puede hacerlo… hay una frase que siempre vienen a mi mente en casi todos los momentos que me siento a escribir: hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar, en esa frase están metidos todos los recreos de sus vidas, todos los momentos donde ustedes y sus seres queridos estan en primer lugar, sean eficientes y excelentes en todo lo que hacen, para que las cosas marchen como debe ser mientras estén disfrutando sus recreos y cualquiera otra persona pueda seguir la labor, todo eso mientras hemos pasado el swich.

Hay dos recreos más largos, en uno hay control directo, en el otro no: la jubilación y la despedida de este mundo, increíble es ver como algunos aprovechan ese recreo de la jubilación para hacer lo que antes no pudieron por estar trabajando y los que no saben qué hacer con ese tiempo para ellos, porque la costumbre puede más, el estar fuera de casa casi todo el tiempo y ahora no, el estar activos y ahora pasivos, el estar trabajando para otros y ahora no pueden trabajar para ellos, organizando, programando y ejecutando esas actividades que de ahora en adelante realizaran en casa, en familia, entre amigos, desarrollando sus viejos hobbies o aprendiendo nuevas cosas, porque al final cuando llegue el otro recreo largo, así quieran hacer algo no lo podrán hacer, ya es tarde, en ese recreo ya no hay nada más que descansar, ese descanso lo controla Dios, y allí no hay tiembres, no se hace nada o se hace mucho pero en otra dimensión donde no hay preocupaciones, cansancio, enfermedades, estrés, pero sé por mi fe,  que debe ser algo maravilloso, sin igual, inenarrable, indescriptible.

Que increíble es ver como recientemente un recreo en la E.B.E. Salomón García Sierra, me trajo a este relato y ahora espero que todo aquel que lo pueda leer, se cuestione y responda como ha llevado sus recreos, como los ha disfrutado. Si todavía escuchan y hacen lo correcto con esos timbres que no son audibles pero que son tan necesarios para el cuerpo, la mente y el alma, mientras hay tiempo de recreo en nuestras vidas. El tiempo es oro, no es renovable, no hay vuelta atrás.