EL DÍA A DÍA DEL VENEZOLANO
Por Carmen Martínez
Hablar de este tema me parece algo indignante, denigrante e intolerable,
pero que se puede hacer ante algo que se va haciendo lastimosamente habitual para
el venezolano y la incertidumbre es saber cuándo llegará a su fin, algo que
sucede en el área metropolitana y en el interior del país, algo debido a la
crisis de la escasez de todo lo que el venezolano necesita, que se ha
intensificado y ha hecho que su día a día se viva de cola en cola, muchos hasta
comienzan el peregrinaje la noche anterior, otros saltando de un lado a otro,
en la búsqueda de productos “regulados” o a “precio justo”, para no caer en las
garras de los “bachaqueros” y buhoneros que tienen de todo como en botica, pero
a precios insolentemente altos, que merman el presupuesto, lamentablemente de
eso también tengo experiencia porque la necesidad hace la diferencia.
No puedo hablar sin la experiencia del caso, y es que como una
venezolana más me ha tocado salir a buscar lo que necesito y pueda encontrar y
eso es la otra cara de la moneda, los venezolanos ya hacen cola por lo que
pueda salir de productos regulados y no regulados también, el racionamiento va
desde los días que corresponden por el día en que termina la cedula de
identidad, la cantidad estipulada por semana, lo cual se controla por los
conocidos “capta huellas”, lo que puedan ir sacando a diferentes horas del día
en los supermercados, farmacias y cualquier otro lugar de provisión del estado
(Bicentenarios, pdval, mercal) o privados en general grandes o bodegas, nadie
sabe cuándo lo harán ni que venderán… la incertidumbre es parte de esta nueva CULTURA
DE LAS COLAS que no es más que el camuflaje de un dañino flagelo social que trajo
nuevas formas de corrupción.
Me baso en lo que veo en el día a día en mi querida ciudad
Cabimas, en las oportunidades que he tenido en el estado Falcón, en el área
Metropolitana y en el estado Miranda, las personas que van dejando su normal
vida en esas colas, dejan sus casas e hijos solos casi todo el día y algunos
hasta sus trabajos por ser más rentables, ya que ganan más con el “bachaqueo”
que el sueldo mínimo que devengan con su trabajo normal, una razón que se suma
al deterioro del sector laboral y de servicios. Las horas de colas, sumadas al
clima inclemente, muchos hasta 12 horas en colas, fuera de las horas que
utilizan para marcar sitio, para ir y regresar a sus hogares. En una visita reciente que hice al Área
Metropolitana y el estado Miranda, pude notar como hay personas (hombres y
mujeres) que duermen en las afueras del Metro de Caracas, como cualquier
mendigo sin techo ni hogar, muchos son llevados preso por estar en las colas
antes de las 5.30 a.m. y llevados al sitio de vigilancia o cárcel más cercana, ahora
hasta disuelven las colas en algunos negocios para que no los multen y se
lleven a las personas presas, pero los venezolanos allí sorteando y campeando como
toreros al toro, se quedan allí por si acaso algo sale.
Por otro lado, la suerte forma parte de CULTURA DE LAS COLAS,
algunos salen beneficiados otros no, ganan la lotería si en su día de compra
logran comprar una buena parte de lo que necesitan, otros como yo nos tocan
justo los días que salen pocos productos, la mayoría de las veces no compramos
nada, uno por ser el día que poco se vende y el otro por ser el día de las
colas interminables y los pocos números que reparten para comprar hacen que sea
muy difícil abastecernos de lo más elemental. Triste es cando muchos se van a
sus casas sin nada de productos regulados, su tiempo y vida perdida en cada
cola.
No hay estadísticas reales de cuantas personas se han
afectado por esta situación, tanto física, psicológica, moral como
espiritualmente, ni las muertes a causa de ello, eso es parte del costo de esta
CULTURA DE LAS COLAS, que tiene un punto álgido cuando se trata de medicamentos
y equipos quirúrgicos, entre otros, donde la escasez para muchos productos e insumos
es absoluta, no se consiguen en ninguna farmacia, en cualquier parte del país y
si se logran encontrar no pueden ser transportados de un estado a otro, ni por
servicios de encomienda o envíos. Otra medida de frenar el contrabando, pero ¿Cómo
puede ser considerado contrabando cuando uno puede adquirir fuera de su ciudad
algo que requieren sus familiares, amigos, vecinos, compañeros de estudio y/o
trabajo para sus tratamientos de enfermedades comunes y crónicas, cuando hay
que comprar hasta la solución fisiológica y suturadoras, entre otros muchos más
insumos quirúrgicos, requeridas para sus operaciones ya sea en centros de salud
públicos o privados y que no se encuentran en sus ciudades y hay que salir a
buscarlos donde sea?. Pagamos todos justos por pecadores, los grandes
contrabandistas sangran el país y no pasa, algo que necesita el ciudadano común
para su mejor calidad de vida y salvarla es contrabando.
Lo que pude ver en estas últimas semanas, el cansancio físico
y mental de los días que hice cola en el Área Metropolitana y en el estado
Miranda, el ver como hay tanta diferencia, entre los venezolanos de acá y los
del interior del país, lo digo por los
productos y las cantidades que aquí se venden o consiguen, y que en el interior
no, las trabas de racionamiento que ponen para las compras, para que lo que uno
pueda conseguir en otro estado y llevárselo a su lugar de origen, porque lo consideran
“bachaqueo” y contrabando a pesar de que su adquisición se hizo siguiendo las reglas
de las estrategias impuestas por esta vil situación que enfrentamos todos los
venezolanos.
Hacer cola como cualquier venezolano es:
-Perder horas de sueño, pasar hambre y necesidades, no hay
las infraestructuras sanitarias (baños) para las necesidades elementales fuera
de casa y modifican su horario de comidas.
-Aprender a tolerar situaciones, no importa el estatus social
el comportamiento cambia totalmente, hay personas abusadoras e irrespetuosas,
el mal trato del cual algunos son objeto como el marcaje de números en los
brazos en algunos lugares de provisión y estar a pleno sol en áreas demarcadas,
entre otras, como si fueran animales en sus corrales, que atentan contra la
dignidad de cualquier ser humano, algunas personas han muerto o han resultado
heridas, algunas mujeres les han causado abortos o pérdidas de su bebé,
personas desmayadas o pisoteadas por personas que caminan sobre ellas al caer ante
una multitud que entra desesperada, mucho de esto se comenta.
-Tener esperanza, día a día los venezolanos salen a hacer sus
compras con la esperanza de que consigan de todo, los hay como todos los que
salen a buscar lo que les hace falta,
los que salen a comprar para revender (“bachaqueros”), los que compran
lo que hay para cambiar o hacer trueques, los que marcan puestos en las colas
bien temprano o desde la noche anterior y reciben un pago por parte de personas
que no pueden llegar a tiempo y por último los que se van cabizbajos y cansados
porque nada encontraron, o los que corrieron con la mala suerte de ser llevados
presos por estar muy tempranos haciendo colas exponiéndose a cualquier evento
de delincuencia y cuando los sueltan ya perdieron su día. Durante mis días de
colas he escuchado una frase que ya se ha hecho cotidiana “estamos en la cola
de la esperanza”, nada más cierto, hay que tener esperanza para sobrellevar
estas colas.
-Formar equipos, se fomenta una mayor solidaridad y empatía,
los primeros que lo hicieron fueron los “bachaqueros”, ellos de una forma u
otra han enseñado como funciona mejor, en la unión esta la fuerza; mayor apoyo
y comprensión sean conocidos o no, familiares, compañeros de trabajos, vecinos
o de otras partes de Venezuela, permite conocer y compartir con otras personas,
muchas personas anteriormente no hacían compras, ahora todo el núcleo familiar
tiene el compromiso de hacerlo.
-Tener el equipo básico necesario, los teléfonos celulares
son una herramienta fundamental para cuando el día transcurrirá de cola en cola
por distintos lugares de provisión, pero eso sí, nada de smartphone o teléfonos
inteligentes, porque los ladrones intervendrían, bolsas especiales y especialmente
los bolsos con ruedas, para ayudar con el acarreo de lo comprado, mucho peso,
muchos viven alejados de sus hogares, me entristece a veces ver a adultos
mayores caminando con sus pesadas bolsas, por no tener uno de ellos, como se
hicieron imprescindibles se han vuelto ostentosos. En algunos lugares hay que
llevar las bolsas porque ahora Venezuela es otra y todo se paga. Los banquitos
o sillas plegables, los paraguas, los envases para agua, el protector solar y
los bolsos koalas o morrales, lentes de sol y gorras.
-Tener como transportarse, una gran diferencia lo hace el
tener vehículos propios (autos y motos), y un transporte público que ofrece
diversas formas de trasladarse, para ir de un lado a otro, el transporte
público puede jugar en contra en algunas ciudades del interior donde la crisis
ha impactado a tal grado que es insuficiente e ineficiente, muchas personas se
les dificulta llegar temprano o se exponen largas horas desde temprano para
trasladarse. Pero siempre se las ingenian para hacerlo, esto también se suma a
los costos que conlleva abastecerse de los productos necesarios del venezolano.
-Mantener su esencia, el ingenio, la creatividad, el humor siempre
lo acompañan en el día a día de colas, a pesar de las penurias y vicisitudes
que se pasan, siempre hay personas jocosas, que alegran los momentos de otros. Que
no se inventa, que chistes y relatos no se escuchan. Cómo se las ingenian para
comprar, todo esto solo ha sido producto de la misma situación.
Como una venezolana más que hace colas, sugiero estar
precavido, atento, muy observador, he notado mucho descontento e impotencia, en
especial por aquellos que a pesar de hacer colas, de perder mucho tiempo no
logran abastecerse de productos “regulados”,
su presupuesto y su normal vida se afectan, las restricciones y estrategias de
racionamiento son cambiadas e impuestas día a día haciendo que dediquen más
tiempo a la búsqueda de lo requerido, viendo como una estampa de su pasado, el
hecho de que antes podían comprar lo que necesitaran, en las cantidades que
cada quien pudiese hacerlo, en los lugares que más gustaran, en las marcas y
presentaciones que usaran, no como hoy todo estipulado, lo que quieran y pueden
vender.
Con el debido respeto como una venezolana más me pregunto si
esta CULTURA DE LAS COLAS aplica a todos los venezolanos, ¿Si la escasez y racionamiento aplica a todos
los venezolanos, también aplica a quienes nos representan?. ¿El ciudadano
presidente y todo su gabinete, los diputados y asambleístas, gobernadores y
alcaldes y sus familiares también hacen cola, también sufren estos
racionamientos impuestos?. Algo no solo
difícil de ver sino también de creer.