EL NEGRITO DE MARÍA. PARTE 2

CON SUS NUEVAS LECCIONES

Por Carmen Martínez

Pasaron dos años desde la última vez que visité a mi querida amiga María y nada más llegar vi a su lindo gatito el Negrito, me quedé muy sorprendida al verlo, había crecido mucho, estaba más apuesto ya no era delgadito, lucía hermoso con su corto pelaje azabache, sus ojos amarillo ámbar, sus gráciles bigotes blancuzcos, sus bien afiladas garras que, entre otras, usa para dar unos toscos cariñitos, pero esa es una de sus maneras de expresar y brindar amor.

El Negrito por un breve momento se quedó mirándome como siempre hace, por lo buen observador que es y de inmediato se activaron todos sus otros sentidos, se acercó y comenzó a rodearme moviendo su cola, pegándose a mis piernas, maullándome suavemente alegre, entonces me dijo María te das cuenta que te reconoció, a pesar de haberlo dejado muy chiquitito el reconoció mi voz, de seguro hasta mi olor, que memoria tiene este gato, no solo conmigo sino con todas las personas que lo conocen, algunos les brinda amor y a otros no, quien sabe porque, puede que sientan alguna mala vibra o porque no lo tratan bien.

Lo importante es la enseñanza que nos brinda, cuántos de nosotros no reconocemos a las personas que en determinados momentos de la vida y aunque fugazmente marcaron una diferencia en ella, nos cuidaron, mimaron, apoyaron cuando niños, adolescentes y hasta de adultos, no nos acordamos de ellos, aprendamos de los gatos, perros y otros animales que tienen esa capacidad de recordar, de sentir y de agradecer. El NEGRITO DE MARÍA, es un gato muy agradecido y bendecido.

Cuando El Negrito tuvo la oportunidad de salir esa tarde, llegó trayendo consigo una lagartija y la puso a mis pies, me asusté, pero me dijo María que esos eran los regalos que él le traía a las personas que visitaban su casa como muestra de su aprecio y cariño, entre otros animalitos más como, cucarachas, taras o mariposas, grillos y pajaritos vivos, son sus cazados regalos preferidos. Otra buena enseñanza que nos brinda EL NEGRITO DE MARÍA, la buena atención a las visitas, así como su mamá María, que se vuelca en atenciones con todos los que la visitamos, así también es la naturaleza de los gatos, atentos con las personas que lo quieren, tratan bien a sus visitantes, y su forma de hacerlo es saliendo a cazar algo y traérselo colgando de su boca.

Durante mi estadía observé como además de sus habituales rituales de comida y limpieza, ha tomado otras costumbres, ha aprendido a comer algunas cosas que comen las demás personas, todo por ser un gato tan consentido y mimado, cuando sale a dar sus paseos diarios va a casa de su abuela Rutti y esta le ha enseñado a comer de vez en cuando lo que ella come, en su casa por su puesto hace lo mismo con su mamá María, pero no come de todo, nada que ver, solo lo que le gusta, no come comidas que tenga color oscuro, adora la zanahoria, la auyama, las sopas de pollo, carne y algunas veces de pescado, los espaguetis con salsa de carne, la torta de canela que hace su abuelita Rutti, el helado derretido y la leche descremada por las mañanas.

Quién lo diría, María dice que su gato Negrito pasó de “callejero a sifrino”, pero yo le digo que él es un gato que se adapta a sus circunstancias, aprendamos de él y de todos los animales su capacidad de adaptación, de adaptarnos a nuestras propias realidades, tanto cuando se tengan las excelentes oportunidades como cuando las adversidades puedan tocarnos. Hay algo que se le trata de corregir, es lo desesperado que se pone para que le den un poco de lo que se está cocinando, como algunos niños chiquitos y malcriados, tratamos de que espere su momento en que le puedan servir algo, ya que él tiene su propia comida de gato. A EL NEGRITO DE MARÍA igual que a estos niños que son malcriados se le debe enseñar buenas costumbres, fuera de tanto amor y cariño que le prodiguen, deben hacerlo todas las personas que lo cuidan.

Algo que me contó María, fue una fuerte experiencia que sufrió el Negrito un día que por alguna increíble razón se desorientó y confundió de ventana, quiso entrar por la de un vecino del piso superior, como estaba cerrada la extrañó, se resbaló, se quedó guindado en la cornisa muy asustado, maullando desesperado pidiendo auxilio, estaba muy desesperado solo sostenido de sus garras y como es grande y pesado faltaba poco para que cayera; todos los vecinos que estaban en ese momento al escucharlo y verlo se preocuparon por él, tratando de ayudarlo, gracias a Dios uno de los muchachos que lo vio subió rápido y pidió permiso para meterlo por la ventana. Ese día el Negrito se dio cuenta de lo querido y apreciado que es en el edificio, como le salvaron una de sus 7 vidas, estoy segura que llegado el momento él hará lo mismo por todos ellos, mejor enseñanza de buena convivencia con los vecinos no hay.

El Negrito, es tan amoroso con María, está siempre donde ella se encuentra o muy cerquita, vela su sueño, aunque con lo dormilón que es, se queda dormido también junto a ella, cuando está unos días fuera de casa, la extraña y la espera, casi no come, solo con su abuela Rutti, también cuando está su hermana Yelile o algunas de sus amigas que pasan algunos días en su casa, no le gusta la soledad; adora a las nietas de la señora Rutti y a todas las niñas del edificio con las que juega y disfruta mucho, a Maritza, la señora que vienen a hacer el aseo de la vivienda, a unas morochas vecinas de su edificio, mientras que al nieto de Maritza, por el contrario le tiene miedo porque es algo ruidoso, al igual que a un gato amarillo callejero que lo conoció en sus paseos de cazador y vive acosándolo, pero que está aprendiendo a no dejarse amilanar por él. EL NEGRITO DE MARÍA es un gato muy fiel y de buenos sentimientos, pero como todos también siente miedo y rechazo por algunas personas y animales aprendamos de él la nobleza de sus buenos sentimientos, a vencer y  enfrentar sus miedos, a convivir sanamente con los que le causan algún rechazo.

Algo hermoso que tiene es ese sexto sentido especial de sentir y presentir a las personas que quiere mucho antes de que lleguen a su casa, increíble cuando percibe la llegada de su mamá María sin siquiera entrar al edificio, ni decir de su abuela Rutti, así como de otras personas con las que ha compartido durante sus visitas o largas estadías con María y con él, entre ellas yo. Se pone muy contento, muchas veces sale a esperarlos y recibirlos. Así mismo, este sentido especial lo manifiesta cuando escucha el llanto de las niñas y niños recién nacidos o no, que viven en el edificio, sale y llega hasta donde ellos están. Que hermosa enseñanza nos da EL NEGRITO DE MARÍA, cuantos hemos perdido esa costumbre de esperar y recibir a nuestros seres queridos, hacerlos sentir especiales, recuerdo a mi madre que hacía un cafecito recién colado a la hora que mi padre llegaba del trabajo,  ni decir de cómo nos esperaba a nosotros al regresar de la escuela, el liceo, la universidad. Igual hacíamos nosotros con ella. Ahora cada uno en lo suyo, en sus propios horarios. No tenemos esa empatía que el Negrito tiene con los niños, sabe diferenciar los llantos que tienen, no tenemos esa capacidad de ver a otros con sus problemas y depresiones.

Como siempre digo, de todo y de todos podemos aprender, hay tantas lecciones y aprendizajes en las cosas que nos suceden, de todas las personas de nuestro entorno, de los animales callejeros o “sifrinos” domésticos como dice mi amiga María de su gato el Negrito. Que debería hacernos reflexionar nuestra propia forma de actuar y vivir.