EL ORIGEN
Por Carmen Martínez
En mi querido país Venezuela, cada uno de sus estados, sus
ciudades más pobladas y caseríos más remotos, se está viviendo fuerte y masivamente
en los últimos años una nueva cultura social, impuesta por estrategias
gubernamentales o del empresariado productor y/o servicios para paliar la
escasez y desabastecimientos no solo de productos básicos de la cesta diaria
alimentaria, sino de uso personal, de medicamentos o cualquier otro insumo,
equipo, materiales requeridos en el sector salud, gasolina y lubricantes,
partes y repuestos, cauchos o llantas, baterías, entre otros, que afectan el
sector automotriz y servicios de transporte a todos los niveles, electricidad y
agua, hasta ahora han sido los rubros que hacen que los venezolanos sin
distingo de status social, sufran racionamientos y en muchos de ellos hagan
colas o filas para obtenerlos. Y lo que es peor, es el tiempo que se invierte, en
algunos el tour, el ruteo, el ir de un lado a otro para ver si es posible
conseguirlo. Algunos hasta la vida la han perdido en el intento.
Son 17 años los que han jugado con este alarmante resultado,
y es ahora cuando se muestran en grado crítico sus consecuencias, la producción
de todos estos productos ya no se realiza o es insuficiente para la demanda,
muchas industrias y fábricas fueron expropiadas por el Estado y luego
privatizadas, en la actualidad no
funcionan como en otrora o ya no existen, otras tuvieron que cerrar por no ser
rentables o no poder realizar su proceso de producción ante la situación
planteada con la adquisición de sus materias primas, las divisas preferenciales
o del mercado paralelo, un gobierno que adopta una receta ya probada y vivida
por muchas décadas en Cuba, el racionamiento de productos, imponer el precio
justo de estos productos que a la final se elevan por otros lados en grado
superlativo y lo que agrava aún más la situación la importación de éstos para
resolver una situación que se les va de las manos, que aumenta la deuda
externa, desequilibra la balanza comercial del país.
LA CULTURA DE LAS COLAS, está impregnada de muchos matices,
comenzó por la necesidad de adquirir los productos que el gobierno impone a la
población dependiendo de los estados, en sus lugares de provisión, lo cual casi
nunca alcanza para el núcleo familiar, sin importar el número de personas que
lo integre, la ración es la misma o con muchas faltas y puede encontrarse
semanal, quincenal o mensual, dependiendo de si se puede producir o importar;
de lo que los supermercados, farmacias, ventas de repuestos y partes
automóviles, puedan adquirir y vender, a precios regulados o no, ya al igual
que el gobierno bajo las mismas condiciones del racionamiento, los que fomentan
el acaparamiento y contrabando, y unos
nuevos actores que se suman LOS BACHAQUEROS, que vieron en esta nueva cultura
una oportunidad de ganar y sacar provecho de las colas, proveen de todo pero a
unos exorbitantes precios de algo que han obtenido a precios regulados y justos.
Esta serie de relatos, solo busca mostrar la edición venezolana
de esta cultura que muchos han vivido en Cuba durante 54 años de racionamiento
de alimentos, la escasez nuestra va de
la mano de la dependencia del petróleo, del incremento de la inflación, ineficiencias
de políticas financieras, económicas y sociales gubernamentales, la caída de
los precios de la cesta petrolera, violaciones al derecho de la propiedad
privada, la importación de productos y bienes que se producían en el país,
causando el detrimento o extinción de la producción local y daños al sector
productivo en general, del control de cambio y del mercado paralelo, de la
merma en la generación y obtención de divisas, cambios en el poder adquisitivo
del venezolano, la desinversión de nuevas infraestructuras o de mantenimiento
de las existentes, de la problemática económica y financiera mundial que de una
forma u otra también afecta, entre otras tantas causas, de esta nueva CULTURA
DE LAS COLAS y que pedimos a Dios que en corto, mediano y largo plazo desaparezca
en nuestro país y solo sea una estampa de un pasado triste y lamentable.
