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Mis queridos y siempre recordados abuelos maternos María y Luis |
Por
Carmen Martínez
Hablando recientemente con
mi primo José Sánchez a quien todos conocemos
más por Cheo, me dijo que como era posible que haya olvidado a los abuelos, porque
ellos también fueron personas muy conocidas en nuestros vecindario, ellos junto
a sus hijos, mis tíos Lucas, Pablo, Magín, Chúa, Antonio “el Zorrito” y mi tía
Zoila, trabajaron duro para mantener la familia. MIS ABUELOS LUIS Y MARÍA se
vinieron de la población de El Limón/Falcón a Cabimas/Zulia, con casi toda la
familia, solo mi tía Carmen se quedó allá en Santa Rosa/Falcón y mi tío Vicente
se había ido al cuartel a pagar el servicio militar y de allí a la
Guaira/Miranda, mi mamá tenía solo 4 años, Mi tío Ismael se vino de meses y mi tía Chinca fue la
única que nació en Cabimas. Primero vivieron unos años en Tierra Negra y luego
se mudaron para El Callejón El Martillito, donde se asentaron definitivamente.
Contar la historia de mi familia materna es fuerte, porque ellos tuvieron que
trabajar mucho, siendo jóvenes adolescentes mis tíos trabajaron día y noche,
ayudando a sus padres, mi tía Zoila empezó a los 13 años y sus hermanos varones
unos pocos años mayores que ella, ayudaban a la abuela MARÍA a hacer arepas de
maíz pilao, en la mañana y en la tarde, El abuelo LUIS también ayudaba, así que
era un trabajo en familia. La única que no ayudó fue mi madre porque todavía
era muy pequeña.
Cuando escribo historias
como estas, siempre resalto como antes las familias tuvieron que trabajar para
sobrevivir, como la educación no era prioritaria para los hermanos mayores, más
sin embargo, los menores podían tener esa bendición gracias a los otros, esto
no solamente sucedió en mi familia, sucedió en muchas familias que vinieron a
Cabimas en busca de mejores oportunidades que las que tenían en sus lugares de
origen. De cómo ahora los niños y jóvenes no hacen sus camas al levantarse, no
ayudan aunque sea a barrer el patio o cortar la grama o sacar la basura, a
ayudar en la limpieza de vez en cuando, a lavar el plato que ensucian cuando
comen, a poner los cubiertos y arreglar la mesa mientras su madre está
sirviendo, mi madre decía “es que se te va a caer una estrella con hacer eso”
muy pintoresca mi madrecita como le extraño esos dichos. En cambio mi abuela
Meda no permitía que los hombres hicieran algo, cuan equivocada creo que estabas
abuela, todos pueden y deben cooperar en el hogar, con sus familias, con sus
padres y si están en casas ajenas más.
La casa de MIS ABUELOS LUIS
Y MARÍA, tenía una distribución muy parecida a mi vieja casa, un poco más
grande porque tenía dos habitaciones, una sala - comedor, un corredor donde
colgar muchos chinchorros y sobre tenía una gran área de cocina, donde se
hacían las arepas, de verdad que era grande, tenía el área de lavar donde se
pudieran lavar esas ollas grandes o latas llenas de “hollín” o “tizne” donde
cocinaban el maíz blanco, un gran fogón a leña donde cocinaban el maíz y las
arepas, y el resto del área donde se colocaban varias mesas, para el amasado,
tenía un portalón que se abría al exterior, me llamó siempre la atención,
porque desde allí mirábamos el patio y la casa de tío Lucas, por este portalón
(Ventana de madera con bisagras arriba, que le colocaban un palo para que mantenerla
abierta) era que vendían las arepas blancas de maíz pilao, dice mi tía Zoila,
que la gente hacía cola para comprar las arepas desde las 5 am, en la mañana y
en la noche lo cerraban como a las 10 de la noche.
Me contó mi tía Zoila
Sánchez, que ellos hacían un saco de maíz diario, como 50 kilos, y ella se
levantaba a las 3 am a lavar y a cocinar el maíz, luego lo tíos se levantaban
como una hora después y empezaban por turnos a moler, Mi tío Pablo Sánchez, me
dijo que el primer turno lo tenía tío Lucas que a pesar de estar trabajando
fuera, ayudaba bien tempranito con la primera lata que se molía de maíz, después
le tocaba a los tíos Pablo, Magín y tiempo después Antonio “El Zorrito” también
ayudaba… Cuenta la tía Zoila, que a MIS ABUELOS LUIS Y MARÍA cuando los
visitaban personas conocidas también los ayudaban a moler…y mi tío Chúa dice que muchas de las personas que estaban
esperando turno para que le entregaran sus arepas también molían maíz carajo…ya sé de dónde sacó
eso mi madre.
Además de las arepas que se
vendían en casa a través del portalón en la cocina, mi tío Chúa, los ayudaba
vendiendo en el vecindario, la abuela se las colocaba en una batea de madera muy típica de los pueblos de
Falcón envueltas en una tela de liencillo, cuentan que llegaba
solo hasta los lados de Santa Clara, ya tenían clientes conocidos que siempre
compraban arepas pero como también vendía arepas blancas y peladas la Señora
Arcilia y su hijo Ramón también le ayudaba a vender arepas en la calle, tenían
como una competencia, cuenta la tía Zoila que tío Chúa le decía saca rápido las
arepas para salir antes que Ramón.Tío Ismael me dijo que él también llegó a vender arepas
junto con el tío Chúa, le dije que buena vaina tío te dejé fuera del relato, me
imagino que si esto lo hizo estaba muy jovencito, así que lo estoy incluyendo en el relato. Esos tiempos los contamos ahorita y hasta
algo de risa nos causan sus anécdotas, pero para ellos fueron tiempos duros,
luego gracias a Dios la vida les sonrío a cada uno cuando se casaron y formaron
sus maravillosas familias, mi familia materna, en su niñez y adolescencia
quedaron estos momentos de ayudar a sus padres
a mantener la familia.
Tío Pablo dice que ahí no
quedaba la cosa, en la tarde volvían a lo mismo, y luego que los hombres
terminaban de moler, tenían que picar y arrumar la leña del otro día y después
tenían que buscar agua para llenar las pipas y dejarlas listas también, esa agua
la buscaban en la toma que tenía la tubería cruzando la calle (hoy Ave.
Intercomunal), frente a la casa de la familia Acevedo. Ese era el día a día de
todos ellos. Las arepas las hacían la tía Zoila y la abuela MARÍA. El abuelo
LUIS, los ayudó a moler cuando lograron adquirir un asistente de cocina
eléctrico, pero cuando la guaya se rompía y esta había que buscarla en
Maracaibo donde la vendía, entonces el abuelo LUIS ayuda a moler pero sentado,
por el problema que tenía con su pierna. Ninguno de mis tíos que me ayudaron a
escribir este relato recuerda hasta que año se hicieron arepas en casa de MIS
ABUELOS LUIS Y MARÍA, pero mi tía Zoila me dijo, que ella al morir su esposo,
mi tío-padrino Federico, volvió a hacer arepas, pero ya eran de harina pan. Los
sacos de maíz se los vendía el señor Antonio Padrón que tenía su pilón frente a
la Grapette en las 5 bocas y la leña se la traían en una carreta tirada por
burro, un señor que la cortaba en el monte, todos lo recuerdan pero no su
nombre.
A las personas
contemporáneas conmigo y a las nuevas generaciones siempre les digo, que
debemos ser muy agradecidos con Dios, la vida y nuestros padres, porque nacimos
en otra época, porque nuestros padres trabajaron con mucho sacrifico para que
no nos faltara nada y solo nos dedicáramos a estudiar y a vivir felices. Los
padres hoy día quieren que sus hijos disfruten más de lo que ellos hicieron, y
hasta más porque ahora hay de todo lo que no había en nuestras épocas y el
poder adquisitivo también es mayor, seamos agradecidos de que no tuvimos que
levantarnos antes del amanecer a cocinar, moler, hacer arepas, cortar leña y
cargar baldes de agua como mis tíos, estoy muy orgullosa de ellos, dos de ellos
al igual que mamá y los abuelos descansan ya en la gloria de Dios.
Si a la abuela MARIA la
recuerdan porque vendía arepas en el vecindario, muchos recordaran a mi abuelo
LUIS por ser uno de los vendedores del sector que vendía la Lotería de los Animalitos,
uno de los juegos de azar más jugados por los Cabimenses mientras estuvo
vigente, siempre recuerdo a mi querido abuelo LUIS, el único abuelo que tuve la
dicha de conocer y disfrutar aunque solo fueron 15 años, sentado en el corredor
recortando las tiras, series o también hacía los “bojoticos” ya preparados de
los 31 tickets, para cuando los vendedores de calle venían a comprárselos, eran
muchos pero entre los que más recuerdo estaban Perozito, la señora Carmen Zirit
y mi tía Cira de Sánchez me dijo que su hermana “Mana”, también los vendió. La
lotería consistía en el sorteo de 31 números, casi como se juega hoy el Kino
Táchira, Los 31 números tenían asignado un animal y cuando salía el número lo
“cantaban” con el animal, fue muy famoso este juego, mis tíos Pablo, Zoila y
Cira, coincidieron en que era un Juego de azar de los Andes, pero no se
recordaban de donde, así que me dispuse a investigar en esa red maravillosa de
información, el internet y encontré una página que me gustó mucho, porque para
aquellos que nunca han escuchado de este juego de loterías, está muy completo,
solo les diré que era del Estado Trujillo, Un sacerdote local, buscando fondos
para su parroquia lo comenzó sin pensar que el pueblo de Cabimas haría de él su
entretenimiento favorito, se sorteaba a las 6pm todos los días en vivo desde la
plaza, y a través de Radio Valera, en Cabimas sabían inmediatamente el número
ganador. Era un vicio, fue un vicio, hizo ganar, pero también hizo perder a
muchos, mi madre jugó loterías siempre, y cuando mandaba a comprar sus números
de terminales 40 años después que esta lotería de los animalitos salió del
mercado, decía que le compraran los número de sus animalitos preferidos,
siempre jugaba los mismos, según Kadi que era quien siempre se los iba a
comprar eran los números 11,13,18,19, 21, 22, 24 y 27. Podrán creer que esto era algo de las
pocas cosas que a mi mamá le gustara o le interesara.
No me quiero extender mucho
en esto porque en esta página http://cienciassocialespcsunermb.webnode.es/products/la y
en la historia que muy bien contó Nelsón Marcano Urribarrí, con detalles y
anécdotas verán que interesante fue este juego para los Cabimenses de por
aquellos años entre 1958 y 1968, cuando dejó de sortearse. Pensé que era más
tiempo, recordar al abuelo era también recordar esta lotería porque mi abuelo
vendía mucho, con eso y la venta de Cigarrillos Winston se ayudaba mucho,
mientras jugaba unas manitas de dominó con sus amigos Sixto, Pablo Bracho y Pedro Cueva, entre otros.
Para aquellos que nunca han
escuchado de la Lotería de los Animalitos, estos eran los animalitos con sus respectivos
números que se jugaban en esa lotería y venían impresos en cada ticket: 1 el
carnero, 2 el toro, 3. El ciempiés, 4 el alacrán, 5 el león, 6 el sapo, 7 el
loro, 8 el ratón, 9 el águila, 10 el tigre, 11 el gato, 13 el mono, 14 la
paloma, 15 el zorro o la zorra como más le decían, 16 el oso, 17 el pavo, 18 el
burro, 19 la cabra, 20 el puerco o cochino como más le decían, 21 el gallo, 22
el camello, 23 la cebra, 24 la iguana, 25 la gallina, 26 la vaca, 27 el perro,
28 el zamuro, 29 el elefante, 30 el caimán y 31 la lapa. Fue interesante ver
como mis tías Zoila y Cira se acordaron de todos ellos.
Al final MIS ABUELOS LUIS Y
MARÍA dejaron de vender todo esto, sus hijos la mayoría comenzó a trabajar en
la Industria Petrolera, se casaron y se mudaron a sus respectivas casas y
formaron sus familias, mi abuelo murió cuando yo recién cumplí mis 15 años,
recuerdo que por última vez me sentó sobre sus piernas y como siempre hacía
desde que nací, me bailo y me cantó el cumpleaños feliz, la abuela se quedó
acompañada como siempre de mi primo Luis Sánchez hasta que también se casó y
formó su propia familia junto a Zulli, pero todos sus hijos y nietos siempre la
veníamos a visitar y estar pendientes de ella, más los que estábamos en el
mismo vecindario, muy cerquita de ella.
Por haber sido personas muy
queridas en el vecindario, recordadas porque ellos por muchos años, vendieron
arepas, lotería de animalitos y cigarrillos, pero sobre todo por el ejemplo de
trabajo en familia junto a sus hijos para salir adelante en una tierra nueva,
por el ejemplo de esos hermanos mayores de antes, que dejaban muchas veces de
estudiar para ayudar en la crianza y manutención de los menores y trabajar
desde chicos ayudando a los padres en su negocio familiar o en las labores de
la casa, MIS ABUELOS LUIS Y MARÍA junto s mis tíos Lucas, Pablo, Magín, Zoila,
Chúa, Ismael y Antonio el “Zorrito” son PERSONAJES DE MI VECINDARIO y es un orgullo
para mi haber conocido un poco más de Uds, que son parte de esa inmensa y
hermosa familia materna y paterna que Dios, la vida, mi querida madre María
Tiziana Sánchez de Martínez y mi querido padre Galo Martínez me regalaron.
Espero que otros los
conozcan y sobre todo sean agradecidos de que no tuvieron que trabajar y ayudar
desde pequeños a sus padres para salir adelante, que tienen la oportunidad de
estudiar, jugar y ser muy felices siendo niños y adolescentes despreocupados,
pero responsables a la vez, ayuden en las pequeñas tareas hogareñas a sus
padres,… Quieran mucho a sus padres como ellos quisieron a los suyos, porque
fueron los tiempos que les tocó vivir, lo que marcó la diferencia.
Que Dios siga bendiciéndonos
a todos en esa maravillosa familia que nos legaron y a los que están reunidos
allá en el cielo con MIS ABUELOS LUIS Y MARÍA, fue un placer haberlos conocido
y tener ese privilegio de haber disfrutado y compartido hermosos momentos,
entre ellos a mis queridos padres.
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Mis queridos y siempre recordados abuelos maternos Luis y María |
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