COSAS DE
ANTES. PARTE 12
REMEMBRANZAS
DEL SR. CLEMENTE CHIRINOS
Por
Carmen Martínez
En estos
días cuando iba a Maracaibo conocí a un señor muy caballeroso, amable, de
hablar pausado, estábamos esperando el transporte que nos llevaría y
conversando salió que él había nacido en Cabimas y se había ido junto a su
familia desde muy joven al estado Yaracuy, a los 16 años allá por el año de 1958. Le dije entonces
usted tienen dos terruños, el que lo vio nacer y el que lo acogió como su hijo
adoptivo brindándole familia y trabajo.
De frente
a los mechurrios que hay en R-10 vistos desde la Ave. Intercomunal el empezó a
decirme que su abuela y ellos vivieron muy cerca de donde estábamos, su abuela
Sabina Chirinos vivió al lado de la Capilla de Cedillo como casi todos aún le
dicen a La Capilla de Nuestra Señora de Chiquinquirá, ella toda su vida lavó y
planchó ropa ajena, a mano y utilizando plancha de hierro que la calentaba
sobre carbón que ella misma compraba a su yerno lo que vendía.
Su madre
Leocadia Chirinos y su padre Manuel Suarez que vendía leña y carbón, decidieron
cambiar de vida y se fueron hasta el estado Yaracuy y él como era menor de edad
decidió acompañarlos, pero siempre con su terruño en el corazón.
Me contó el
señor Clemente Chirinos que donde más tarde se construyó la Logia la Perla,
había un estadio de Beisbol, no recuerda muy bien su nombre, cree que se
llamaba Victoria. En el recuerda a un jugador que se apellidaba Bron, me
imagino que Brown y que era isleño, era
trabajador de la compañía, es decir, de la industria petrolera, él no sabe de
donde realmente era pero debemos recordar que muchos de Trinidad y Tobago, Barbados,
Jamaica, entre otros, vinieron a nuestra
tierra con el boom petrolero, lo recuerda como una persona de color de corpulencia
muy fuerte y alto, era muy conversador con los muchachos. Este señor Bron jugaba
en los estadios de El Lucero y el Victoria.
Le pregunté
que había en esos tiempos, me dijo que todo eso detrás de R-10 a la Rosa Vieja
era monte, de hecho cerca de los mechurrios había un depósito de materiales de
la industria petrolera y cuando él venía a visitar a su abuela lo atravesaba y
aprovechaba de cazar iguanas, ya que por dentro de las tuberías de perforación
se escondían las iguanas, que las atrapaba poniendo una bolsa o saco de fique
en una de las bocas.
Cuando él
estaba pequeño ya estaba La capilla de Cedillo, el ambulatorio de R-10, La
escuela Gustavo Fuenmayor, La Iglesia San Juan Bautista, la Logia La Perla, el
estadio de beisbol de El Lucero, La farmacia de R-10, recuerda al señor Elio
preparando las formulas y recomendando medicinas para males menores, las rutas
de transporte de Corito y La Rosa Vieja, recuerda que la ruta de La Rosa Vieja
tenía puras camionetas rancheras. Que el pasaje costaba medio (0.25 bolívares)
hasta el centro. Que había una ruta que se tomaba donde hoy está la parada de
la línea de carritos de la 32, que iba hasta Curazaíto más allá de la Lara
Zulia y el pasaje costaba 1 bolívar. Que también pasaba la ruta de buses o
busetas de Lagunillas- Cabimas y que costaba 1 locha el pasaje (0.125
bolívares), que tenía algo curioso, el contador de pasajeros se accionaba con
una campanada. Cuando un pasajero subía, el colector tenía una campanilla que
la jalaba y así conocían cuantos pasajeros tenían.
Muy
lamentable que 2 de estas rutas se perdieron, la de la Rosa Vieja y la de
Curazaíto, y la línea de Corito está en los actuales momentos pasando malos
momentos, pocas y deterioradas unidades, mucha demanda de pasajeros, apenas 1 o
2 unidades de transporte puestas por la municipalidad y los pasajes cada vez
más altos, no hay diferencia para vehículos y las busetas.
Interesante
cuando me contó que había una sala de cine de nombre Vuelvan Caras frente a
donde estaba el Club R-10, que su dueño era un caraqueño, llamado Andrés Romero,
habían dos funciones en la noche, pero desde las 5pm el dueño colocaba a todo
volumen música ranchera y que ésta se escuchaba hasta el sector Pedregalito por
donde estaba el quemador o basurero.
Le
pregunté si no existían personajes de recordar de esa época y me dijo que
estaba la señora Silvinia Granadillo que era la comadrona que vivía por la Cruz
de Corito, me imagino que aprendería con Margarita Soto o sola, las mujeres de
antes parían solas o con ayudas de comadronas o parteras.
Que había
un personaje muy pintoresco y guachafitero, tenía una casa en una parcela con
muchos árboles frondosos, él no sabe dónde estaba ni conoció al señor en
persona pero todo el mundo lo conocía como “Chico” Marín, recuerda cuando les
decía a los niños y hasta muchachos que tenía una mata de bicicletas y los muy
crédulos le hacían caso… esperen que para para regarles una.
Había otro
señor del cual no recuerda el nombre que al parecer de joven se comió unas
arepas y nunca las pagó, entonces cuando creció y se hizo adulto, las personas
le llamaban… “paga las arepas”, comenta que se molestaba muchísimo cuando le
gritaban por ese nombre en la calle y hasta los golpeaba si los alcanzaba.
Me dijo
que el juego que más jugaban en esa época era el “garrufio” que lo hacían con
las tapas de cervezas y el “viraíto”, me explicó que se colocaban tantas las lochas
(0.125 bolívares) como jugadores jugaran y con una piedra la dejaban caer y la
cantidad de lochas que se voltearan eran ganadas por el tirador, era una juego
donde se perdía dinero, dice que él lo máximo que jugaba era 1 real (0.50 bolívares)
que ya 1 bolívar era mucho dinero y que su madre si lo descubría jugando eso le
daba sus pelas, es decir lo azotaba y lo regañaba.
Como
verán son COSAS DE ANTES y de ahora también, las remembranzas de nuestra niñez,
las personas queridas y las que más nos impactaron de esos tiempos donde éramos
felices o se disfrutaba con poco siempre vendrán a nuestra memoria, así como lo
hizo el señor Clemente Chirinos, quien me permitió hacer este relato con las suyas.
Siempre
agradezco a las personas que nos regalan un poco de historia local, algunas de
estas cosas yo no conocía a pesar de vivir en estos mismos sectores donde él
vivió de joven. Gracias señor Clemente Chirinos. Dios me lo bendiga y guarde.
Lo único que no tengo para brindarles es una fotografía del señor Clemente
Chirinos, espero que pronto pueda hacerme llegar una fotografía suya para este
relato.
