Cosas
de Antes. Parte 2
Por
Carmen Martínez
Resulta a veces increíble
como las cosas cambian, es normal que suceda, la evolución, los tiempos, los
avances, el desarrollo, todo esto trae consigo inevitables cambios, siempre
positivos, pero es triste que algunas cosas que durante muchos años han
funcionado e identificado al pueblo venezolano, a muchos pueblos
latinoamericanos y de otras latitudes y continentes del mundo, hoy se observe
que el cambio ha dejado eso en el pasado, no podemos pretender que los niños, jóvenes
y hombres de hoy actúen como sus homólogos
de ayer, porque son otros tiempos, otras formas de pensar y de actuar, pero lo
que cada día veo que se pierde más y más es algo que no se aprende en las
escuelas, en las universidades, no tiene costo, pero se paga un alto precio
para la persona, la cultura, el prestigio y la idiosincrasia de un pueblo. Se
aprende en el hogar, con el ejemplo de los padres o adultos mayores y debería
pasar de generación en generación por simple modelación con el ejemplo.
Dos cosas que involucran
otras dos más, están y me atrevería a decir en peligro de extinción, LA PALABRA
DE HONOR o PALABRA DE CABALLERO o PALABRA DE HOMBRE o MUJER dada o “empeñada”, como
quieran llamarla, como la conozcan y LA VERDAD, ellas a su vez no pueden estar
sin LA PROMESA Y EL COMPROMISO.
Niños, jóvenes y hombres de
hoy estas cuatro palabras, en cierta forma cuatro acciones, muchas veces no las
conocen y si las conocen pareciera que no les importara adoptar lo antónimo,
todo lo contrario y hacerlo propio en su vida, en su forma y filosofía de vivir,
los veo muy despreocupados en que su palabra y el decir la verdad fueran importantes
para ustedes… muchas veces son cosas sin importancia, que hasta causan gracia, no
causan problemas y son de fácil percepción para cualquiera a su alrededor, pero
en la medida que esto involucre o afecte a otras personas ya es “harina de otro
costal” , cuando te metes en el tiempo y afectas la vida, confianza, estudio, trabajo
de otros ya allí, no causa gracia, por el contrario incomoda, hiere.
Que ha pasado, sigo diciendo
una y otra vez, que en la medida que perdamos nuestros principios y valores de
generación en generación, en nuestras familias, no solo serán solo estas
cuatros COSAS DE ANTES : LA PALABRA DE HOMBRE o MUJER, LA VERDAD, LA PROMESA Y
EL COMPROMISO lo único que perderemos.
LA PALABRA DE DIOS, con solo
escucharla decimos amén, para aquellos como yo que profesamos la religión Cristiana/Católica y/o cualquier religión donde se crea en él, no importando como lo llamen,
creemos en un mismo Dios y su palabra nos guía y bendice y es cierta e
incuestionable.
Durante todas las eras y épocas precedentes a la nuestra, en cualquier
región del mundo y nuestro país entre
ellos, hombres y mujeres, con solo mostrar
un escrito que llevara el sello real o el anillo de cualquier rey, duque, conde,
reina o princesa, y lo más simple la palabra y un apretón de mano, era suficiente
para sellar el trato y garantizar que se haría lo acordado. La promesa que se
hacía, el compromiso que se asumía era suficiente para que eso fuera verdad,
fuera cierto, era tan grande como la verdad misma. En mi país, nuestros
ancestros, nuestros antepasados, tenían algo muy preciado, su palabra, la cual
iba por delante de ellos, cuando se comprometían o prometían algo, eso podían
firmarlo en la eternidad, sin estar escrito ya estaba hecho. Hoy he visto
hombres que se comprometen, dan su palabra, prometen y juran que es verdad
sobre la biblia y llegado el momento, ni lo hacen, ni notifican con tiempo que
no lo harán y con la cara dura y alegre siguen sin problema, sin ver que daño
colateral tuvo su acción.
He visto o conocido de cerca
estudiantes que en simples trabajos de equipos de proyectos asignados, a última
hora cuando a veces ni tiempo da para hacer correcciones o ajustes, notifican
que no han realizado lo que les correspondía, pasando esto a engrosar las
estadísticas de daños colaterales para otros, que son sus propios compañeros de
equipos y de clase, en especial un pobre conocimiento por la falta de la
información que esta persona no pudo investigar y preparar y la baja calificación
de su equipo y la de sus compañeros que confiaron en él.
Cuando decimos que vamos a hacer algo y no lo hacemos y viceversa, así sea una vez, esto además de causar
cualquier daño, puede hacer que el que pierda es quien lo hace, porque puede
perder la confianza de la persona a la que le incumplió. Si es que esto es
importante para él.
He tenido compañeros de
trabajo que de una forma u otra al no realizar la labor que deben hacer esto
causa problemas a las otras disciplinas y al propio trabajo, y es que el compromiso
de nuestra labor es inherente a nuestra profesión u oficio y por el cual nos
contratan y pagan, pero a veces eso no
lo sabemos y si lo sabemos no cumplimos.
La mentira no tiene edad,
cualquiera puede decirla, y es que sencillamente esa ausencia de verdad, si
aprendes a hacerlo desde pequeño, cuando se es grande o adulto ya es hábito y resulta
indiferente el no decir la verdad. Pero mucho más peligroso es ver hoy en día como
muchos de frente sin tapujos dicen mentiras pero aseveran, juran y hasta son
capaces de poner las manos sobre brasas,
porque es verdad.
Cuando era joven, escuché
mucho decir que el prometer y no cumplir era de políticos durante sus
contiendas electorales, que el hacerte esperar y desesperar por no llegar alguien
a tiempo a una cita, era propio de alguien inmerso en el mundo de la farándula,
la bohemía y las relaciones públicas. Hoy día está en todos los ámbitos. Siempre
dicen que los latinos no somos puntuales y es lamentable que muchos ayudan a
que eso sea una gran verdad y no es porque no tengan reloj, sino porque es una mala costumbre de muchos, lo lamentable es que algunos de los que
están en su entorno lo adoptan, en especial sus propios hijos. Más allá de esa
impuntualidad está la falta de compromiso y respeto por la otra persona.
Y así muchas cosas sencillas
y cotidianas, o de gran envergadura, que
suceden en nuestro hogar, en el trabajo, en las instituciones de estudio y en
cualquier parte de nuestra sociedad y el mundo, involucran estas cuatro
palabras, estas cuatro acciones por parte de cualquier ciudadano y habitante de
este mundo, LA PALABRA DE HOMBRE O MUJER dada o empeñada, LA VERDAD, LA PROMESA
Y EL COMPROMISO. Podemos decir que son cosas de antes en el sentido que la
mayoría de nuestros padres y familiares y ancestros hacían esto, pero es algo
bonito de preservar, de que nuestras nuevas generaciones vean lo importante que
es para todo pero en especial para el prestigio de nuestros naciones, pueblos y
países, que todos digan que somos unos buenos ciudadanos, correctos y rectos en
el proceder, que nuestra palabra vaya por delante como un sello de garantía de
que somos capaces y estamos a la altura de cualquier expectativa.
Previo a realizar este
relato estuve buscando en el internet sobre la PALABRA DE HONOR y encontré de todo menos lo que buscaba, hay
canciones, películas, poemas y hasta escotes de vestidos de alta costura
llamados así, luego me fui a PALABRA DE CABALLERO, tampoco encontré algo que me
interesara ya que encontraba más sobre descripciones de la palabra caballero,
sobre todo el de los tiempos medievales a caballo, fue así que busque sobre PALABRA
DE HOMBRE y llegué a uno muy corto pero conciso, publicado hace 4 años en el
blog de Fernando Aravena Torres, de verdad muy interesante, sobre todo por los
comentarios de muchas otras personas que les gustó al igual que a mí, algunas por tener familiares que eran
estrictos con eso de empeñar la palabra y otros por ser jóvenes y que el tema
les llamara la atención.
Decir la verdad hoy y dar o
empeñar nuestra palabra, es tan cuestionable que hay que asegurar de alguna
forma que se den las cosas, lo cumbre de todo es que eso si acarrea costos adicionales
ya que se necesitan abogados, notarios y jueces y toda una serie los procesos
jurídico-administrativos para asegurar y garantizarlo. Esto no es más que una
consecuencia de la pérdida de la palabra de honor de un hombre y una mujer dada.
Así que ahora pagamos todos justos por pecadores, ya no importa que no digas la
verdad o no cumplas tu promesa o el compromiso asumido, o la palabra empeñada, ahora
hay personas que se encargan de verificar que lo hagas por si sí o por si no.
Qué necesidad hay de esto. Será difícil de volver a hacerlo como hacían nuestros
ancestros, abuelos y padres…. O seguirán siendo cosas de antes.
Yo debo reconocer que en dos
oportunidades no he cumplido la palabra empeñada, una fue con mi querido padre
a quien no pude decirle siempre la verdad de su enfermedad y padecimiento hasta
el final de sus días como se lo había prometido, hoy eso pesa de cierta forma
en mi conciencia y corazón , la otra fue sin querer con unas personas
maravillosas, que aunque no perdí su cariño si perdí lo más preciado, su
confianza. Ojalá todos podamos ser capaces de reconocerlo, porque esto de
alguna forma nos ayuda a no volver a hacerlo.
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