EL
INQUIETO POBLADOR
Por
Carmen Martínez
Un caminante con rumbo a
donde quiera que lo enviaban y llevaban sus pies, desde que nacía el día hasta
que moría la noche, de pequeño mientras caminaba y caminaba largos senderos
entre el lugar donde vivía y la ciudad donde alguien por lo menos podía constatar
que era un niño con una inteligencia excepcional, a pesar de no poder dedicarse
mucho a los estudios, que soñaba con ser alguien que hiciera cosas notables,
pero en la medida que recorría el camino empedrado de su niñez y entraba en su
adolescencia, se daba cuenta que ese horizonte estaba tan distante que ni sus
pies ni sus sueños llegaban a él, por más que quisiera no veía una oportunidad
de hacerlo.
Su adolescencia no la
disfrutó tanto como hubiera querido, sus mejores amigos cuenta eran en parte su
misma familia cercana o lejana, fue un niño en parte muy mimado por las mujeres
que fueron padre y madre para él, su abuela y su madre, aun cuando eran tiempos
difíciles para la familia ellas trataban de hacérselos mejor, le ponían color a
días oscuros, aroma a días pestilentes, sabor a sinsabores, vivían rodeados de
escases y de hambre, pero en la abundancia de ese amor, así supo que debía
emprender otro camino, el de asumir responsabilidades inherentes al del hombre
de la casa por muy joven que fuera, era el hombre de la familia, ayudando a esas
mujeres que habían dado todo por él, pero ya no podían más.
Caminando de aquí para allá,
supo que allí en ese lugar no iba a hacer nada y pensar que el progreso lo
hubiera sacado igual, esas casi yermas tierras iban a quedar muy pronto
sepultadas en un inmenso lago artificial, inundadas por tanta agua, el agua de
una represa, bendita agua que cambió su destino y bendita esa visión antes de
que la presa se construyera. Su destino y suerte ya estaba echado, su tierra natal solo
iba a quedar en sus recuerdos, porque el día que sus pies apuntaron a otras
tierras sabía que no regresaría más que para visitarla a ella, a la familia y pocos
amigos que dejaba atrás. Sabía que la responsabilidad era su único equipaje, ya
que iba ligero de ropa, las pocas que tenía, esperaba le durarían hasta que
pudiera ir comprando, sabía que tenía otras prioridades, su familia que
esperaba que las trajera con él a donde el camino de su nueva vida llegara.
Largo fue ese camino, pero el
destino ya lo sabía al salir, debía ir a una ciudad que lo esperaba con mucho
trabajo para que el pudiera mantenerse y traer a su familia y quien quita si
también le sonriera con su propia familia. Ese largo viaje le quedó grabado en
su memoria, cada árbol, cada río, cada animal, casa, cada nube, el, sol, la luna y las
estrellas, le separaban de su vieja vida y le abrían paso a otra llena de
expectativas, quizás cumpliría sus sueños, quizás no, quizás al final no eran
lo más importante. Quien sabe que pasaría por la mente de ese inquieto
poblador, que cambiaba de tierra, a donde sus pies lo llevaran, a donde su responsabilidad
de amor lo anclaba, a su propio destino.
Como todo comienzo en otras
tierras, con otra gente, otra cultura,
hasta lo más elemental, su alimentación que había tenido un giro de 360 grados,
para este caminante inquieto fue duro, así
trató en lo posible de hacer posible el que su familia pudiera estar con
él lo más pronto y disfrutar de todo lo que él estaba conociendo, así fue como
este joven logró traer a su familia antes que su casa natal formara parte del
hábitat de los nuevos habitantes, los peces y cualquier otro ser acuático de la
nueva represa. Su mayor orgullo fue el haberles brindado una casa digna para
ellas. Ahora era un hombre trabajador de una gran industria, a pesar de su baja
educación su capacidad de trabajo, seriedad y entrega fueron esas cualidades
que siempre lo ayudaron. Otros amigos formaron parte de su vida, los compañeros
de trabajo, esos que en cada jornada compartían más que tareas, compartían más
que viandas y manjares, compartían algo que el casi no había tenido,
camaradería, amistad y pensar que muchos de ellos le presentaran a alguien que
llegó a ser muy especial en su vida.
Fue así que se cumplió otro
sueño, el de conocer a una muchacha que le cautivó su corazón, otra vez ese
hombre responsable volvió a emprender junto con sus pies inquietos un nuevo camino,
el que le llevaría a conquistar y
desposar a esa hermosa jovencita que le robó su corazón, ahora tenía la familia
materna, su trabajo y quiso más, tener su propia familia. Resultó ser que esa
hermosa mujer era la hermana menor y cuñada de algunos compañeros de trabajo
que se habían convertido en grandes amigo, amistad que ni la muerte impidió
mantenerla, por eso de que los verdaderos amigos se llevan en el corazón.
Ahora era un hombre
felizmente casado, Dios los bendijo con muchos hijos, sus pies habían echado
raíces ya no salía más allá de ese camino entre la casa y el trabajo, pasó
mucho tiempo para que pudiera ir a visitar
las poblaciones cercanas a su casa natal, cuando logró ir se subió en el
dique transitable de la presa construida, fijar su mirada en ese vasto espejo
de agua y bajar con su imaginación, caminar por los viejos caminos, llegar hasta
ella, su casa vieja, recorrer los corredores, los cuartos, el viejo fogón, llegar
al corral de los animales, viejas remembranzas que ya pertenecían a su pasado,
su presente era ahora su vida, sin embargo cómo se encargó de contárselas a sus
hijos, como si fueran cuantos de hadas, los
sentaba alrededor de él y allí volaba su
ingenio e imaginación para que sus historias y anécdotas tuvieran otros
protagonistas y le cambiaba el final, no sucedían cosas malas solo buenas,
comenzaba siempre con “había una vez” y terminaba con un final “y vivieron
felices para siempre”, sin segundas partes porque ya otras historias estaba en
camino y en esas él si era uno de los primeros actores. Y en la medida que sus
hijos iban creciendo y comprendiendo más, sus historias las floreaba de
descripciones y lugares y de otras personas, así esas historias también iba
quedando grabado en muchos de sus hijos. Y es que esta historia era una de esas
que dicen había una vez una tierra que existió por allá….. porque hoy no
existe, nadie la puede ver, está bajo las aguas.
Hubo una vez que quiso ir en
pos de su sueño, volvió a estudiar y logró terminar la primera etapa de su
educación, otra vez esa visión, mejor dicho esa realidad, la familia, el
trabajo y el estudio, le fue difícil, lamentablemente no tuvo esa oportunidad
de poder estudiar y trabajar, su trabajo podía estar en el día, en la tarde o
en la noche, dependiendo de los requerimientos, y el muy correcto en sus
obligaciones y responsabilidades, dejó de lado sus sueños de estudiar una
carrera, de ser alguien diferente en la vida, con mayores posibilidades, creo
que en parte fueron esas raíces que se profundizaron mucho y ese amor que le profesaba
a su familia en sus pocos ratos libres, que al principio fueron pocos, después
demasiados, al final inenarrables.
Pero eso no impidió a que
este inquieto poblador se cultivara, no era lector de muchos libros, no , era
ese lector de cultura general, la que dan los periódicos, las revistas, la
televisión… ojalá le hubiera gustado meterse en esa maravillosa red del
internet, hubiera sido un cyber nauta empedernido, bueno no creo que le haya
hecho falta, se podía hablar con él de cualquier tema, y con propiedad sacaba a
colación una gran cantidad de ejemplos y citas. En su trabajo fue muy apreciado
por todos aquellos que les gustaba hacer su trabajo, ayudaba a las personas,
aprendía de todos, no importando el rango o liderazgo, a veces él era ejemplo para
muchos y transmitía sus conocimientos aprendidos con la práctica y el diario
hacer a sus jefes o supervisores… enseñaba a su equipo la importancia de hacer
las cosas bien, apegados a las normas y procedimientos, por eso los amigos de
querer hacer las cosas a su manera lo tachaban de estricto. Al final lograban
entenderlo. Este inquieto poblador tenía una política o filosofía de vida, su
trabajo se quedaba en el trabajo, al llegar a casa, cambiarse la ropa y dejar
la "lonchera" en la mesa de la cocina y allí era el esposo, el padre, el hijo, el
hermano, el tío, el vecino, el amigo… para con todos estaba, por eso no le
quedaba mucho tiempo… pero eso sí, su momento para cultivarse era de él y de
nadie más.
Ahora que sus pies
descansaron, se pusieron de manifiesto sus manos y su mente, este inquieto
poblador establecido no podía estar sin hacer nada, un día decidió que hasta
allí trabajaba para otros, estaba cansado pero con ganas de vivir de otra
forma, disfrutando su familia, la que no podía más que brindarle algunas horas
al día y los fines de semana. Al principio de ese camino se halló raro, sus
pies libres para llevarlo a donde él quisiera ya se habían fatigado o
acostumbrado a no ir muy lejos. Pero alguien como el acostumbrado a los cambios
lo hizo adaptarse, antes no tenía horas, ahora le sobraban, su casa se convirtió
en un gran taller, todo lo que necesitaba reparación o remodelación se encargó
de hacerlas por el mismo, y si algún vecino o familiar lo requería también, la
jardinería fue su aliada y todos los arboles del jardín se lo agradecieron, y
continuó instruyéndose con medios tan populares como el periódico y la
televisión. Sus hijos crecieron y llegó una oportunidad que él no esperaba y
que al principio no pensaba que podía estar encaminado hacia su destino final,
por eso de que la tierra es redonda y todos los caminos llevan a Roma, los pies
de este inquieto poblador volvieron a ir a tierras cercanas a donde nació. Allí
otra vez, su mente, sus manos hicieron maravillas, construyendo un oasis en medio
de una tierra árida pero exuberante de una flora y fauna sinigual, la vida da
muchas vueltas y luego que este osasis lo termino de construir, había que
cuidarlo y estar pendiente de él, al principio iba de vez en cuando pero al
final, ganó esa maravillosa naturaleza remanso de paz para su vida, que quiso
tenerla y disfrutarla más.
Otro camino, otro andar,
ahora en otra tierra distinta a la tierra que lo adoptó como si fuera la
propia, pero la tierra de uno que se lleva en el corazón, muy adentro en el cuerpo
como la sangre misma, esas raíces a veces son tan fuerte, que te llaman, a
veces son tan fuertes que ni tú mismo puedes contra ellas, no significaba que
sus familia no era importante, porque ese oasis lo había construido para su
familia, las condiciones reinantes ameritaban que alguien estuviera allí y
nadie más en la familia, podía, es triste si supiera el inquieto poblador que
si se puede, que todavía su familia no puede estar y sin embargo y gracias a
Dios, el Oasis y su casa lo extrañan, el jardín en sus dos casas lo extrañan ,
sus animales lo extrañan, pero más su familia, esa que quedó sola una vez que
tuvieron que llevarlo a su aposento final, cargado, porque sus pies ya no
pudieron encaminarse a ningún lado, porque habían encontrado su lugar, ese lugar que había elegido para sembrarse en la eternidad, no sin antes contar
otra vez sus historias y anécdotas, esta vez incluyéndose en ellas,
iluminándole sus ojos y su sonrisa, viendo que esos sueños de niños de ser
alguien en la vida lo había logrado sin querer, porque había sido alguien muy
importante en la familia, en su trabajo, no había logrado una carrera para él, pero
si ayudado a que sus hijos lograron la de ellos, sintiéndose muy orgulloso por
ello, no había estudiado pero estaba a la altura de cualquier letrado, había vivido y hecho todo lo que
quiso hacer y lo que no también, y había sido su propia decisión, nadie lo
había coaxionado. Cuando llegó ese momento del final del camino de la vida,
supo donde quería quedarse, aunque adoró la tierra que lo adoptó por muchos
años, le brindó trabajo, amor, familia y todo lo que a un hombre hace feliz, su
corazón ese lugarcito donde se anidaban sus mejores recuerdos y sentimientos, lo que más valor tenía para él, quiso sembrarlo en su terruño, lo más cerca de ese pequeño y escondido
lugar donde nació. Una tierra que no estaba bañada de agua, pero que se bañaba
de tierra, cada vez que el viento soplaba tan fuerte que limaba el suelo, así
lo quiso y así su familia que tanto lo amó respetó su decisión, y un día
recogiendo sus pasos se vino por ese camino, ya distinto de aquel que lo trajo
en tiempos de su juventud, el tiempo y desarrollo pasaron por él, ya no era el camino de tierra, ya era de
asfalto, ya no habían pocas casas se poblaron todas las orillas aledañas de
este camino, ya no duraba una semana recorrerlo, ahora en pocas horas del día
podía hacerlo, pero de igual forma, cada árbol, en especial uno que sus hijos
lo bautizaron como el árbol de su papá, cada río, cada nube, y el sol le
alumbraron ese último recorrido hacia su destino final, en la tierra que lo
esperaba con los brazos abiertos llenos de amor y paz, allí donde cualquiera
puede ver el descanso de un inquieto poblador que cerró su círculo, vivió feliz
y se despidió en paz porque había sido un buen hombre, un trabajador respetado, un hijo agradecido, un buen esposo, un padre ejemplar, un gran amigo, un ciudadano, un poblador de esta tierra.
Ese inquieto poblador fue mi
querido padre.
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Mi querido padre Galo José Martínez
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TARUMA. Poblado donde nació mi padre, que esta bajo las aguas de la Represa El Isiro./Edo Falcón |
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Ese inquieto poblador como tú lo describe para mi fue un gran hombre, hermano, primo y señor aprendí mucho de él y me ayudó a resolver problemas familiares y hasta laborales dios lo tenga en su santa gloria....Héctor Méndez
ResponderEliminarQue lindo querido primo, se como todos ustedes respetaron a papá no como primo sino como un tío, el los quiso mucho y se que ustedes también a ese INQUIETO POBLADOR, me lo imagino así ahora en el cielo.
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