LAS
NIÑAS DE AZUL
Por
Carmen Martínez
Por una extraña razón dos niñas
vestidas de azul, llegaron a una hostería en las afueras de la ciudad, cada una
de una singular belleza, una rubia y otra morena, ambas con los ojos de un
color entre azul y violeta, llamaba la atención, porque en su familia eran las
únicas que tenían ese color, el encargado del mostrador fue el primero en notar
esta características en las dos niñas, me dijo, no me va a creer pero hoy he
visto algo sin igual, en la mañana llegó una familia que venía del norte y su
hija menor venía ataviada de un vestido azul lindísimo, que la hacía lucir radiante,
de abundante melena rubia larga y lacia, su tez tan blanca le hacía fondo a
unos sorprendentes ojos azul-violeta y sus mejillas de un rosa pálido, recién ahora
en la noche va llegando otra familia que viene del sur del país, también con
una hija pequeña, ésta de tez morena clara, abundante melena negra larga y
rizada y sorprendentemente sus ojos son del mismo color de la niña que llegó en
la mañana, y también venía vestida de azul, pensar que podían ser familia me
resultaba imposible, sin embargo lo comprobé no tenían ningún parentesco, ni se
conocían, una era de clase alta y la otra de clase media-baja.
Viendo su cara de sorpresa
le dije, las coincidencias existen amigo, pero justo en ese momento las dos
familias llegaron hasta el mostrador a consultar donde quedaba el comedor y si
ya era la hora de tomar la cena, ambas niñas se colocaron una junto a la otra,
máximo serían 2 años la diferencia en edad que se llevaban, una de
aproximadamente 11 y la otra 13, muy hermosas las dos, vestidas de azul y con
ojos de azul-violeta, de verdad era impresionante, verlas y no sorprenderse.
Cuando se vieron hubo una química natural de niñas, empezaron a tratarse como
si se conocieran y fueran grandes amiga, la blanca niña se llamaba Reneé y la
morena Eloísa, bajo el asombro de todos se tomaron de la mano y entraron juntas
al comedor, allí cada una se fue a su respectiva mesa con su familia.
Los días siguieron su curso
y se podían ver a las dos niñas buscando cualquier momento para compartir, una
tenía una hermosa muñeca con su carita de porcelana y la otra una muy bien
elaborada muñeca de trapo. Parecían dos hermanitas jugando a la casita, que ni
sus respectivas familias objetaban esa amistad, porque se alegraban que sus
pequeñas hijas estuvieran felices mientras estuviesen en ese lugar. Había un
pequeño bosquecillo y un hermoso lago al final del camino y cuando ya tenían
unos días y se fueron adaptando al lugar ellas se atrevieron a ir solas por el
bosquecillo donde habían hecho unos columpios, muy cerca de la hostería, no se
atrevían adentrarse más porque niñas al fin les daba miedo, viendo cuanto
disfrutaban sus paseos, la mamá de Eloísa, que se llamaba Evangelina pero más
la llamaban por Eve le dijo que la iba a llevar para que conociera el lago,
cuando lo supo Reneé se puso muy triste porque ella quería ir al lago también,
la señora Evangelina le dijo, no te preocupes mi linda niña yo hablaré con tu
mamá para ver si te deja ir con nosotros. Y así fue, cuando logró hablar con la
señora Marianne la mamá de Reneé esta aunque un poco reticente, le dijo que le
permitiría llevar a las dos niñas al lago, pero debía ser al otro día porque
ellos debían salir. La alegría que invadió a las niñas fue tan grande, se le
pegaron sus faldas y bailaron alrededor de la señora Evangelina cuando les dio
la noticia,
No se vieron más hasta que
pasaron 4 días, cuando la familia de Reneé al fin regresó muy tarde en la
noche, fue tan emotivo ver a las dos niñas cuando se reencontraron en el
comedor durante la cena, el señor del mostrador llamado Rafael, notó la luz que
brillaba en los ojos azul-violeta de las dos niñas cuando se vieron, mientras
no estaba Reneé, Eloisa se veía triste y cabizbaja, ni siquiera salía fuera de
la hostería, metida en su habitación, no iba a columpiarse un rato, eso también
lo notó su mamá que la animaba a ir . Se abrazaron fuertemente las niñas, Reneé
le trajo unos chocolates en una hermosa cajita metálica color azul, que al
parecer era el color favorito de las dos niñas, cuyo vestuario estaba lleno de
vestidos, trajes y accesorios de ese color.
Tal y como lo prometió, la
mamá de Reneé le permitió ir al día siguiente al lago, la señora Evangelina le
llevó unos panecillos rellenos y unas galleticas de chocolate, agua de frutas y
los chocolaticos que le trajo Reneé a Eloísa. Las niñas se fueron con sus
bañadores de color azul. Por todo el camino iban cantando, la señora Eve también
estaba feliz y cantando, empezó a disfrutar ese paseo cruzando el bosquecillo,
los árboles eran tan altos que no dejaban pasar casi luz, los aromas y el
trinar de los pájaros y la vista a la
llegada del lago era espectacular estaba de un límpido azul, se armonizaba con
el verdor del bosque, el azul del cielo y el bañador de las niñas.
Como disfrutaron bañarse en
el lago, parecían tres niñas y durante la merienda escucharon historias y
anécdotas que le contaba la señora Eve, que habían pasado de generación en
generación, su madre y su abuelita se las habían contado a ella cuando era
pequeña, las dos niñas escuchaban con tanta atención. Pasó algo cuando las
niñas iban de regreso, parecía que escuchaban un débil susurro, que solo podían
escucharlos ellas dos, escuchaban algo como mis
queridas niñas de azul, le preguntaron a la señora Eve si lo había
escuchado también y ella dijo que no que seguro era el viento que sonaba así y
ellas pensaban que era una persona, cosa que no tranquilizó a las niñas.
Cada vez que podían iban al
lago las tres, la mamá de Reneé nunca las quiso acompañar y para ellas fueron
los momentos más bonitos que disfrutaban en ese lugar y cada vez que regresaban
las niñas escuchaban ese susurro llamándolas “mis queridas niñas de azul”, de
tanto preguntar las niñas la señora Eve, comenzó a preocuparse, ya que ella no
escuchaba nada, tanto fue así que les dijo a las niñas que iban a suspender los
paseos al lago por unos días, esto entristeció a las niñas que sus días se
llenaban de alegría cada vez que tenían la oportunidad de salir.
Tal y como les dijo sucedió,
pasaron varios días con los paseos al lago suspendidos Reneé y Eloísa, máximo
se veían a la hora de la cena, porque a Reneé le encontraron una maestra que le
daba clases de francés casi todo el día, cosa que entristecía aún más a Eloisa
que no soportaba estar tanto tiempo encerrada,
aunque su mamá la llevaba a los columpios, no era igual, porque Reneé no
estaba. Esa noche las niñas en el comedor se pusieron de acuerdo para escaparse
en la mañana, antes de que llegara la maestra de francés, nunca habían hecho
algo así y eso las preocupaba porque eran unas niñas muy obedientes, pero
necesitaban esos momentos cuando disfrutaban juntas. A la mañana siguiente en
un descuido de sus madres, las dos niñas con unos vestidos azules y debajo sus
bañadores salieron sigilosamente, cuando el señor del mostrador las vio salir,
no pensó en ningún momento que no tenían permiso de sus padres, así se lo
manifestó cuando desesperados no encontraban a sus pequeñas hijas.
La señora Eve les dijo a los
padres de Reneé que seguro se habían ido al lago como habían hecho en días
atrás ellas tres, fue así que la acompañaron a buscarlas adentrándose al
bosquecillo hasta llegar al hermoso lago azul, pero por el camino no las vieron
y cuando llegaron al lago tampoco las encontraron, fue en ese momento que se
dieron cuenta que sus pequeñas niñas estaban perdidas, gritaban sus nombres con
tal desesperación que hasta en eco regresaban y nada, regresaron a la hostería
y llamaron a la policía local para poner la denuncia de la desaparición de las
niñas. Todas las personas se unieron a estas dos familias en su búsqueda, iban
y venían del lago y nada. La policía preguntó si no había pasado algo por muy
extraño que pareciera que ellos pudieran considerar, entre sollozos la señora
Eve les dijo que aunque era una tontería, las niñas cada vez que regresaban del
lago escuchaban un débil susurro de alguien que decía “mis queridas niñas de
azul”, y como ellas siempre estaban vestidas de azul se había sugestionado pero
no preocupado hasta ahora que lo pregunta.
Cuando las niñas salieron de
la hostería y tomaron el sendero del lago, primero estuvieron un rato
columpiándose, sonriendo felices, contándole Reneé de sus clases de francés a
Eloisa, hasta algunas palabras le estaba enseñando, luego siguieron caminando y
adentrándose por el bosquecillo como lo hacían cuando venían con la señora Eve,
no tenía ninguna pérdida había un solo camino que conducía al lago, de repente una
linda señora vestida de azul claro y abundante cabellera rojiza las encontró cuando
ya iban muy cerca del lago, cuando ellas vieron a esta señora se dieron cuenta
que tenían el mismo color sus ojos de un azul-violeta intenso, ella les dijo,
no me tengan miedo mis queridas niñas de azul, no les haré daños teníamos que
reunirnos aquí, este día lo he esperado por mucho tiempo y se ha concedido el
deseo de que se rompa el hechizo, justo cuando dos niñas aparezcan y así ha
sido mis lindas niñas, han venido a rescatarme, las niñas no entendían nada,
pero aunque estaban en el lago parecía que no era igual, es como si hubiera dos
lugares iguales, y se dieron cuenta de esto cuando veían y escuchaban a sus
padres pero ellos no las veían y escuchaban a ellas. Las niñas lloraban y
lloraban y la señora de azul las consolaba y les decía no se preocupen mis queridas
niñas de azul, pronto ustedes también saldrán como yo lo haré ahora, he pedido
tanto por ello que ahora pediré por ustedes.
Las niñas preguntaron y como
saldremos de acá, ella les dijo cuándo dos lindos niños vestidos de azul,
lleguen a este lugar encantado y ambos tendrán el mismo color de nuestros ojos,
azul-violeta, las niñas muy inteligentes al unísono dijeron y sino vienen nos
quedaremos aquí, donde viviremos, quien nos cuidará, ella les dijo aquí todo el
mundo cuida de todos, no se preocupen, ustedes estarán pendientes, siempre
vendrán a este lugar donde yo las encontré hasta que lleguen esos dos niños, sé
que ustedes tendrán mejor suerte que yo. Las niñas venía a cada rato todos los
días, de verdad que las cuidaban, las alimentaban, tenían una hermosa
vestimenta en lindos tonos de azul, con rayas, lunares, flores, cuadros, en su
habitación había un gran closet y en él había de todo para niñas de sus edades,
aunque estaban fascinadas extrañaban la habitación donde dormían con sus padres
en la hostería.
Les pasaba igual que a sus
padres, ellas gritaban y gritaban aquí estamos, aquí estamos, mami, papi, pero
no las escuchaban y ellas si podían verlos y escucharlos, algo raro sintió la
señora Eve un débil susurro que le decía “aquí estamos, aquí estamos, mami,
papi”, tal y como decían las niñas, que escuchaban “mis queridas niñas de
azul”, solo lo escuchaba ella al principio y luego hicieron lo mismo su esposo
y los padres de Reneé cuando regresaban del lago, así pasaron las semanas, los meses
y cuando ya faltaba un día para que se cumpliera el año de la desaparición de
las niñas, cuando ya sus padres no hallaban más que hacer que pedir a dios,
ellos habían tenido que quedarse más allá del tiempo por el que habían
planificado al llegar, no querían irse sin sus hijas en sus corazones sabían
que sus hijas estaban perdidas pero con vida y tenían la esperanza de volverlas
a ver, en los corazones de sus madres estaba este anhelo cumplido.
Esa mañana llegó una familia
que venía del este traían un niño vestido de azul, cabellera abundante rubia,
sus ojos de un azul-violeta, cuando el señor del mostrador lo vio recordó a las
niñas de azul, esa misma noche otra familia que venía del oeste tenía un niño
de tez morena, cabellera abundante rizada y sus ojos coincidencialmente también
era de un color azul-violeta, él no daba cabida a lo que sus ojos veían, era
como si repitiera la misma historia, cuando llegaron las niñas de azul, justo
un año antes, esto se lo comentó a la señora Eve que era la que más se había
sugestionado con lo de los susurros en el lago. Ella al igual que el señor
Rafael, se impresionó de esta casualidad, era difícil tener ese mismo color, lo
mismo había pensado de Reneé y su hija Eloísa. En sus adentros sabía que por
algo estos niños habían llegado. Ella seguía rezando por su Eloísa y por su
amiguita Reneé.
Al igual que con las niñas,
pasó con los niños de azul, fue instantáneo, casi mágico, parecía que se
conocieran de antes, como si fueran grandes amigos o hermanos, aunque nunca se
habían visto y ese día luego que desayunaron, como si lo supieran, también se
escaparon juntos y se adentraron al bosquecillo, siguieron el sendero que lleva
al lago y así como les dijo la señora de azul, ellas estaban esperando que
ellos aparecieran, cuando ellos llegaron donde ellas estaban, sucedió algo
maravillosamente mágico, los dos lugares se fundieron en uno, ya no estaban en
un mundo paralelo estaban donde ellas habían desaparecido hacía un año y podían
comunicarse los cuatro, podían abrazarse, jugar juntos, se quitaron los trajes
y quedaron en sus bañadores, disfrutaron como nunca el lago las niñas, habían
regresado a casa y los niños no tenían que quedarse atrapados donde ellas
estuvieron todo este tiempo. Se vistieron con sus hermosos vestidos azules y
los cuatro corrieron contentos hasta la entrada de la hostería, allí sucedió
algo hermoso, todos los que estaban allí, junto a los padres de Reneé y Eloisa,
se quedaron pasmados con esa visión, sus hijas habían regresado y venían con
esos dos niños vestidos de azul recién llegados.
Nadie y mucho menos la
policía lograron entender como había sucedido esto, cuando interrogaron a los
cuatros niños, cada uno por separado, todos coincidieron en decir lo mismo, se
encontraron muy cerca del lago y parecía como si ellos se hubieran conocido de
mucho tiempo atrás cuando se desvistieron quedándose en sus bañadores azules y
se bañaron en el lago, hasta que regresaron a la hostería como si no hubiese
pasado nada. Las niñas de azul muy inteligentes no quisieron decir nada de su
experiencia en el mundo paralelo, así que la policía cerró este caso, con la
alegría de todos, porque las niñas habían aparecido sanas y salvas.
En los siguientes días los
cuatro niños vestidos de azul, con sus ojos azul-violeta, disfrutaron de muchos
encuentros, entre el bosquecillo y el lago, sus padres ya tenían que regresar a
sus respectivas casas, ya ellas habían aparecido y nada más los retenía allí y
las de los niños solo habían venido por pocos días y también debían regresar,
quien lo diría, que al mismo tiempo las cuatro familia pasaron a entregar las
llaves de su habitación al mostrador donde el señor Rafael estaba, al irse los
cuatro niños, voltearon y guiñaron sus ojos azul-violeta, diciéndoles hasta
luego señor Rafeael, fue un gusto conocerle y se fueron batiendo sus manos en
un adiós.
A lo lejos se veían las
niñas de azul caminando a sus respectivos vehículos, se abrazaban a los niños
de azul, agradeciéndoles que las hubiesen salvado aunque ellos no les entendían
ellas si, y de repente volvieron todos a escuchar ese débil susurro esta vez,
decía adiós mis niñas y niños de azul, dios me los bendiga, sean muy felices,
el ciclo se ha cerrado, ya nadie más quedará atrapado en el mundo paralelo
azul, ya estamos de vuelta al nuevo mundo donde cada uno tiene su propia vida
en su propio lugar, con una familia maravillosa que los quiere y harán todo
para que siempre estén felices, reirán y lloraran, pero eso es ley de vida, serán
hombres y mujeres de bien y tendrán sus propias familias, gracias por
rescatarme, mis hijos…. En mi corazón y recuerdos siempre estarán, porque
siempre estaré junto a ustedes, el amor de una madre es tan fuerte que es como
estar en un mundo paralelo al de sus hijos y podré estar con ustedes aun cuando
estén separados de norte a sur, de este a oeste… cuando sientan una suave brisa
que les envuelva su cuerpo les estaré dando un abrazo y cuando por alguna razón
sientan una rica sensación en su mejilla les estaré dando un beso cargado de
amor y ternura. Gracias mis queridas niñas de azul, ustedes rompieron el
hechizo de amor que un día hice por todos ustedes, dejarlos libres para que
tuvieran una vida diferente a la mía, sus hermanos las rescataron aún sin
saber, porque ellos pudieron salir antes. Solo les pido que nunca se separen de
sus hijos, ámenlos y protéjanlos de todo mal y hechizo. Siempre los querré mis
niñas y niños de azul y el color de mis ojos azul-violeta pasará de generación
en generación, porque será la forma de que yo encuentre y siempre este
pendiente de toda mi familia. De seguro su color favorito será siempre el azul.